
Enfermeras de la Cruz Roja reunidas en Berlín para su toma de juramento
Trece millones de mujeres militaron en el partido nazi, y más de medio millón fueron a países como Ucrania, Polonia o Bielorrusia, excediendo las funciones para las que fueron enviadas. Esto es lo que se plantea Wendy Lower en "Las Arpías de Hitler", que gracias a un arduo trabajo de documentación y búsqueda de datos y testimonios, la autora consigue ofrecer un poco de luz a este tema.
Aunque los juicios a mujeres nazis no fueron especialmente numerosos, el libro recuerda que muchos de los supervivientes del Holocausto identificaron a las personas que los acosaron, violaron y torturaron como señoras alemanas que nuca pudieron encontrar a desconocer sus nombres. ¿Quiénes fueron esas mujeres que ensuciaron sus manos con la sangre de los prisioneros?
Maestras, enfermeras, secretarias y esposas
La creencia más extendida es que las únicas que cometieron crímenes fueron las guardianas de los campos de concentración, mientras que el resto tuvo un papel secundario, sin embargo, la realidad es bien distinta. Cuando los alemanes avanzaron hacia el este, medio millón de mujeres les acompañaron y alcanzaron un poder sin precedentes que les dio libertad para hacer con los prisioneros lo que quisieran, sus funciones originales eran de profesiones normales, pero muchas de ellas decidieron de forma voluntaria, colaborar directamente con las SS.
El libro incide constantemente en un dato: ninguna de ellas tenían la obligación de matar, negarse a asesinar no les habría acarreado ningún castigo, es más, el régimen no formaba a las mujeres en asesinas, sino en cómplices, por lo tanto, lo que finalmente decidieron realizar crímenes lo hicieron por satisfacción personal o por obtener beneficios.
De hecho, las primeras matanzas cometidas por los nazis las protagonizaron las enfermeras de los hospitales, que exterminaron a miles de niños por desnutrición, o incluso con inyecciones letales, aunque la mayoría de ellas nunca pagaron por sus delitos.
Sin embargo, allí no fueron las enfermeras las que cometieron los asesinatos más sádicos, sino las secretarias y esposas de los miembros del partido nazi.
Crímenes ante seres indefensos, prisioneros, mujeres e incluso niños, la mujer nazi tampoco tuvo piedad, como no la tenían sus compañeros masculinos. El libro recoge numerosos casos de asesinatos, relatos que encogen el corazón y muestran hasta dónde es capaz de llegar el ser humano. Como la propia autora dice al finalizar le libro, nunca sabremos todo sobre el nazismo y el Holocausto, esto es sólo una historia más en un puzzle con infinitas piezas de crueldad.