
"Nunca olvidaré a Goebbels por lo que ocasionó al mundo. Él sabía que iba a ser condenado a muerte por los aliados. Su suicidio fue cobarde, pero también inteligente al saber lo que venía si no procedía así", declaró Pomsel.
Desde 1942 hasta 1945, la secretaria tomó nota de cada palabra, tanto órdenes oficiales como correspondencia privada, que Goebbels creyó conveniente dictarle.
Durante 66 años ella se negó a hablar, pero tras cinco meses de negociaciones aceptó brindar su escalofriante versión al mundo.
"No podías acercártele. Nunca me hizo una pregunta personal. Hasta el final dudo que haya sabido mi nombre. Muchas de las cosas que yo hacía eran algo aburridas, pero poco a poco me fui encargando de la taquigrafía", sostuvo.
Como secretaria, Frau Pomsel tuvo acceso a documentos secretos que demostraban qué tan mal le iba a Alemania durante la guerra, aunque manifestó desconocer sobre el Holocausto.
"No supe nada del Holocausto. Era una tonta, desinteresada en materia política. Me enteré del plan de exterminio de los judíos después de la guerra. Goebbels nunca lo mencionó en su correspondencia", aseguró la centenaria mujer, agregando que pasó los últimos diez días de la guerra en el refugio del ministro de propaganda, antes de la llegada de los rusos.
"El 1 de mayo (de 1945) llegaron las noticias de que el jefe (Hitler) se había suicidado el día anterior. Los rusos llegaron casi después y me sacaron a rastras del refugio. Pasé los siguientes cinco años como prisionera en los campos especiales rusos".
Tras la guerra Pomsel se enteró que su antiguo jefe obligó a sus seis hijos a suicidarse bebiendo frascos con cianuro, para luego dispararle a su esposa y a sí mismo, terminando con sus días.
La secretaria agregó que tras los acontecimientos logró encontrar paz. "Nunca creí que pudiera tener una vida feliz tras haber trabajado para él. Pero de alguna manera encontré la forma", reveló.