
Esta iniciativa supone una nueva fase de la operación de destrucción de armas químicas japonesas, que será decisiva para la destrucción de todas las armas abandonas por el ejército nipón que invadió China.
Japón dejó al menos dos millones de toneladas de armas químicas en cerca de 40 lugares de 15 provincias chinas al final de la IIGM., principalmente en las regiones nororientales de Heilongjiang, Jilin y Liaoning. El abandono de estas armas fue uno de los muchos crímenes cometidos por Japón durante su invasión a China. Aunque la guerra acabó hace décadas, estas armas todavía constituyen una gran amenaza para el pueblo chino, sus propiedades y el medio ambiente.
De acuerdo con el Convenio sobre la Prohibición de Armas Químicas y el memorando sobre la destrucción de armas químicas abandonadas, firmados por China y Japón en 1999, el país nipón ofrecerá todos los fondos, tecnologías, experiencia e instalaciones necesarios, y China aportará la asistencia.
"China continuará exigiendo a Japón que acelere el proceso de destrucción con la precondición de garantizar la seguridad humana y medioambiental", apuntó un portavoz del Ministerio.
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