
Un veterano estadounidense con uniforme asiste a una conferencia conmemorando el 70 aniversario de la Batalla de Iwo Jima
(AP Foto/Eugene Hoshiko)
Subieron en autobús hasta la cima del monte Suribachi, un volcán activo donde una fotografía de Associated Press sobre el alzamiento de la bandera estadounidense, aún en medio de la batalla, se convirtió en un potente símbolo de esperanza y valor para un público estadounidense cansado por la guerra y cada vez más desilusionado con la batalla por el Pacífico, que parecía no tener fin.
Para algunos de los veteranos, volver a la isla donde murieron muchos de sus camaradas, y que sigue habitada sólo por un pequeño contingente de soldados nipones, provocaba emociones difíciles de asumir.
"Les odiaba", dijo el ex sargento John Roy Coltrane, de 93 años, procedente de Siler City, Carolina del Norte. "Durante 40 años, ni siquiera compraba nada fabricado en Japón. Pero ahora conduzco un Honda".
Algunos de los discursos en la ceremonia de la Reunión del Honor, celebrada cerca de la playa de desembarco, fueron ofrecidos por destacados políticos japoneses, descendientes de los pocos japoneses que sobrevivieron a la batalla. También intervinieron el Secretario estadounidense de la Marina y el comandante de los Marines, que señaló que la batalla de Iwo Jima sigue formando parte de "los propios valores" de los marines de hoy.
Los marines invadieron la isla en febrero de 1945 y sólo se declaró asegurada tras más de un mes de combates. Unos 70.000 soldados estadounidenses lucharon con más de 20.000 japoneses. Sólo 216 nipones fueron capturados como prisioneros de guerra, y se cree que el resto murieron en combate o se suicidaron.
La isla se declaró segura el 16 de marzo de 1945, pero las escaramuzas continuaron. En unos 36 días de batalla murieron casi 7.000 soldados estadounidenses y 20.000 resultaron heridos.
Aunque se trata de un pequeño promontorio volcánico, la isla —ahora llamada Ioto en los mapas japoneses— fue considerada de importancia estratégica porque los japoneses la empleaban para lanzar ataques aéreos sobre bombarderos estadounidenses.
Tras su captura, el ejército estadounidense la empleó como punto de aterrizaje de emergencia para los B-29, que terminaron realizando 2.900 aterrizajes de emergencia que se estima salvaron las vidas de unos 24.000 miembros de la Fuerza Aérea, que de otro modo se habrían estrellado en el mar.
En total, el episodio llevó a la entrega de 27 Medallas al Honor, más que en cualquier otra batalla de la historia militar estadounidense.
Fuente: GettysburgTimes.com