Tema muy polémico y peliagudo.
Un buen amigo como el camarada guscano reclama mi opinión informada, y la daré.
En primer lugar, dejar claro dos cosas: primera, que lo que voy a expresar es mi opinión personal, fundamentada en el conocimiento de esta actividad y de mucha gente que la practica; segunda, que mi opinión será vertida sin ningún ánimo de ofender ni acusar a nadie.
Dicho esto, entro al tema.
La llamada “detectoafición” es una absoluta falacia. La propia palabra escogida para autodenominar a esta actividad ilegal no es correcta y se utiliza por haber sido (mal) traducida de otros idiomas. Bajo esta palabra se encuentra camuflado, en muchas ocasiones (la mayoría), un delito puro y duro. La mayor parte de quienes se dedican a ello, por más que defiendan su nobleza de intenciones, delinquen muy conscientemente, de la misma forma que delinque un marisquero furtivo que, aparentemente, no está haciendo nada ilegal o nocivo. Conozco a varios practicantes veteranos de este tipo de búsquedas que, en privado, reconocen que son, simplemente, ladrones y expoliadores.
Es muy posible que la legislación no esté totalmente adaptada para este tipo de prácticas, cosa en la que estoy de acuerdo: de hecho, la legislación española es muy laxa y debería ser más contundente, dado que somos el país con mayor riqueza arqueológica de Europa y donde más se está perdiendo, de forma irreparable.
Pero lo que resulta sospechoso es que no ha sido hasta comprobar que en algunos países se permiten, hasta cierto punto, estas costumbres cuando en España los que siempre fueron “expoliadores”, sin más, decidieron ponerle un nombre más digno a su forma de ganarse un buen dinero, llamándole “detectoafición”. Como dije antes, un sinsentido.
¿Qué busca un “detectoaficionado” con un detector de metales?
Tres tipos de cosas, principalmente:
1- Minerales de valor naturales (por ejemplo, pepitas de oro en el lecho de un río)
2- Objetos de valor, generalmente extraviados (en las playas normalmente)
3- Objetos históricos o arqueológicos
En el primer caso, que puede parecer inocuo, los "detectoaficionados" creen que existe un cierto vacío sobre a quién pertenece la riqueza mineral de un suelo. Esto es falso: no se pueden explotar las riquezas de un río sin autorización legal, incluyendo su riqueza natural. Aprovechando que las fuerzas del orden no pueden patrullar todos los ríos, se dedican a trillar las márgenes con detectores de metales para pescar oro. Se deben sentir como los viejos buscadores de pepitas del Far West, algo que no dudo que sea muy emocionante. Pero esta actividad no está nada clara. En principio, si el oro está visible, cualquier persona puede quedárselo. Pero me consta que normalmente se excava para alcanzar la preciada pepita, con lo que ya hablamos de dudosa legalidad, no sólo por la apropiación sino porque se puede dañar el ecosistema del río (incluso se usan sustancias químicas, alguna vez). Y todo esto ocurre en el supuesto "más legal" de los tres.
Los casos dos y tres son abiertamente ilegales. En el caso dos, un señor que busca en una playa cuando se vacía a ver si las personas que han pasado allí el día han perdido una cadena o un rejoj es, además de un delincuente, una persona deshonesta. Si se encuentra tal objeto, lo propio es devolverlo a su propietario, a través de las fuerzas del orden, algo que, me consta, no se hace casi nunca. Simplemente, el que hace eso es un descuidero, porque hay ánimo de lucro casi siempre. Como tal, un delincuente.
El caso tres es la madre del cordero. La llamada “detectoafición” es un disfraz bajo el que se camuflan cientos de expoliadores de arqueología en España, un delito extremadamente grave. No es casualidad, ni mucho menos, que la comunidad autónoma con mayor número de detectoaficionados (Andalucía) sea también la que más expolios arqueológicos registra cada año, con mucha diferencia. Hablamos de decenas de miles de objetos al año. Un verdadero drama, del que algún día nos lamentaremos como país.
En primer lugar, se llevan a su casa objetos valiosos (monedas, joyas) de épocas pasadas, con lo cual nos privan a todos los ciudadanos de España, que somos sus legítimos propietarios, de poder disfrutarlos o estudiarlos. En segundo lugar, la mayoría de esos objetos son luego vendidos fuera de España, con lo que se incrementa la ilegalidad. Y en tercer lugar, lo que para mí es más grave: rompen entornos arqueológicos catalogados, bien conocidos por los expertos, sólo para extraer el oro o piezas valiosas que allí encuentran, haciendo un daño irreparable e irreversible al conocimiento arqueológico.
Un “detectoaficionado”, por ejemplo, entra en una tumba romana y la destroza para llevarse lo que busca. Esos objetos muchas veces son vendidos ilegalmente. Y el daño ya es imposible de enmendar, porque un arqueólogo no sólo busca objetos, sino que documenta y analiza los sustratos de tierra de un yacimiento para extraer muchísima información. Algo imposible cuando un “detectoaficionado” ha pasado antes por allí. Esta gente cree que "nadie sabe" que ese yacimiento está ahí, así que, "total, qué más da, a nadie le importa" que yo me lleve lo que hay ahí. Lo que ignoran es que casi todos eso yacimientos son conocidos y catalogados, y no se excavan porque hacerlo sería imposible de pagar para cualquier Estado. Hacer este tipo de búsquedas es como hurtar un cuadro del Museo del Prado, pero mucho más discreto.
Incluso en la vertiente legal de esta práctica (la búsqueda libre de mineral de oro en una cuenca fluvial, que no perjudica a nadie) el uso del detector es fraudulento por ventajista e insostenible, de la misma forma que practicar la pesca deportiva es legal, pero deja de serlo si lo haces con cartuchos de dinamita.
Surgen muchísimas dudas sobre el interés real de muchos de estos “detectoaficionados”. Por ejemplo, surge la duda de por qué motivo, si su práctica es legal o susceptible de serlo, el principal Foro de esta afición en España usa contraseña de acceso privado a miembros, en lugar de explicar en abierto sus posturas:
http://www.detectoaficionados.es/
Conozco a más de uno. De hecho, conozco a gente realmente experta, que serían muy buenos arqueólogos, pero que ganan mucho más dinero expoliando los yacimientos españoles, detector en mano. Y luego ponen cara de majos, dicen que su afición es legítima y cuentan que en otros países esta práctica es legal, lo cual es falso (hay que leerse la legislación de esos países antes de decir que allí sí se permite, porque no es así).
Saludos