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Líderes polacos ponen en riesgo museo de la 2ª Guerra Mundial

Publicado: 25 04 2016 11:45
por Hansi Rudel
El conservador gobierno de Polonia toma medidas que ponen en riesgo el ambicioso nuevo museo de la Segunda Guerra Mundial que los expertos internacionales han pasado ocho años creando, lo que representa la batalla ideológica más reciente que las autoridades nacionalistas del país entablan con sus rivales pro europeos que expulsaron del poder el año pasado.

Esta fotografía de archivo del 8 de mayo de 2015 muestra a tropas polacas frente a un monumento que conmemora a los defensores polacos de la península Westerplatte, en donde se dispararon las primeras balas de la Segunda Guerra Mundial, durante las ceremonias del 70º aniversario del final de la guerra en Gdansk, PoloniaEsta fotografía de archivo del 8 de mayo de 2015 muestra a tropas polacas frente a un monumento que conmemora a los defensores polacos de la península Westerplatte, en donde se dispararon las primeras balas de la Segunda Guerra Mundial, durante las ceremonias del 70º aniversario del final de la guerra en Gdansk, Polonia

El Museo de la Segunda Guerra Mundial se desarrolla desde el 2008 y tenía programado abrir sus puertas este año en Gdansk, en donde se dispararon las primeras balas de la guerra. El proyecto de 120 millones de dólares fue lanzado con apoyo del ex primer ministro Donald Tusk, ahora un alto funcionario de la Unión Europea, y un hombre muy odiado por Jaroslaw Kaczynski, la cabeza del nuevo partido gobernante de Polonia, Ley y Justicia.

Ley y Justicia acusa al museo financiado por el estado de no enfocarse suficiente en Polonia, y rechaza la forma de abordar la experiencia polaca de la guerra dentro de un contexto más amplio de otros países bajo las ocupaciones alemanas, soviéticas y japonesas. Kaczynksi prometió en 2013 que si su partido alguna vez tomaba el poder, cambiaría el museo para que "expresara el punto de vista polaco".

Los críticos están convencidos que Kaczynski, el hombre más poderoso en Polonia, también está motivado por su odio hacia Tusk y Plataforma Cívica, el partido a favor de la UE que gobernó Polonia durante ocho años.

Un grupo de historiadores y museógrafos escribieron una carta abierta de protesta, en la cual decían que consideran la medida de Ley y Justicia como parte de "una lucha política que incluye la destrucción de instituciones que cobraron vida durante el gobierno previo sin importar su valor real".

Entre los asesores del museo están algunos de los historiadores de la Segunda Guerra Mundial más reconocidos del mundo, incluidos Norman Davies de Oxford y Timothy Snyder de Yale, catedráticos cuya obra es considerada solidaria con el sufrimiento de los polacos bajo las ocupaciones alemanas y soviéticas.

"Lo que tienen es un museo que será visto como extraordinario a nivel europeo e internacional, y que atraerá a millones a Polonia", le dijo Snyder a The Associated Press.

El destino del museo se volvió incierto el 15 de abril cuando el ministro de Cultura, Piotr Glinski, anunció que podría fusionar el museo con otro museo aún inexistente, una medida que permitirá que el gobierno abandone legalmente el concepto del museo original. El nuevo museo se enfocaría en el ataque alemán a los polacos en la península Westerplatte, el primer paso de la guerra, y la defensa de Polonia contra la invasión alemana de 1939.

El director del museo, Pawel Machcewicz, dijo que el nuevo concepto propuesto es una "entidad ficticia" utilizada como artilugio legal para tomar su institución y deshacer su contrato laboral, que se extiende hasta el 2019.

Snyder dijo que el concepto del gobierno de un museo que se enfoca meramente en Westerplatte y la lucha militar polaca en 1939 resultaría en una exhibición con un punto de vista reducido que no sería atractivo para una mayor audiencia internacional.

"¿Por qué mejor no llevarse el crédito del museo? El gobierno de Plataforma Cívica no logró terminarlo antes de perder el poder. Los políticos suelen terminar el proyecto de alguien más y llevarse todo el crédito. Parece una gran oportunidad para hacer eso", dijo Snyder.

Re: Líderes polacos ponen en riesgo museo de la 2ª Guerra Mundial

Publicado: 28 04 2016 21:59
por LewisNixon
Politizando la memoria. No es mas que eso. No hay ideales ni principios, sólo algún interés egoista.

saludos.

Re: Líderes polacos ponen en riesgo museo de la 2ª Guerra Mundial

Publicado: 01 05 2016 16:35
por James Doolittle
Siempre los politicos actuando en contra de las voluntades populares.

El gobierno polaco quiere censurar el museo del horror nazi de Gdansk

Publicado: 23 06 2017 08:47
por Bertram
El Museo de la Segunda Guerra Mundial de Gdansk está en peligro. Al centro, arguye el Gobierno polaco, le sobra europeísmo y le falta patriotismo
Imagen
Vista de una de las salas del Museo de la Segunda Guerra Mundial en Gdansk (Polonia)
Caminamos despacio, los pasos muy medidos, silenciosos, como se camina en las iglesias o en las cárceles. Miramos las películas y las fotos y las cosas con miedo de mirarlas, como quien se tapa los ojos con las manos. Somos pocos: esta tarde somos pocos y nos tratamos con esa cortesía severa de los velorios: como si quisiéramos decirnos que lo sentimos y, sobre todo, que no somos como ésos; como si necesitáramos ser otros. Pero no somos otros —y el peso de ese mundo es el peso del mundo. Lo peor es saber que todo eso sucedió hace no tanto y aquí mismo. Aquí, en Gdansk, al norte de Polonia, junto al Báltico, empezó la guerra más mortal de la historia. Aquí, en este museo que la narra, empezó hace unos meses una guerra por la historia que no es mortal sino bastante obscena.

El 1 de septiembre de 1939 Alemania atacó Polonia y lanzó la Segunda Guerra Mundial. En 2007 el premier liberal polaco Donald Tusk imaginó un museo que recordara como ninguno sus horrores —para ayudar a superarlos. Su Gobierno destinó 80 millones de euros, convocó a asesores internacionales y nombró a un director: el historiador Pawel Machcewicz. Tras años de esfuerzos, el museo estuvo listo el pasado marzo.

El edificio es impactante: como si un cubo de vidrios azules y cemento rojo se hubiera incrustado en ese suelo. La muestra lo es mucho más. El Museo de la Segunda Guerra está hecho como se hacen ahora los museos: ya no esos templos para guardar reliquias sino máquinas para contar historias. Y este cuenta la historia de la peor guerra, la que inventó la “guerra total”, la que mató a 55 millones de personas. La gran mayoría eran civiles: el museo, entonces, se ocupa menos de los jueguitos de los militares que del sufrimiento que provocan.

El lugar es sombrío: la luz baja, los sonidos en sordina —y un corte radical: no hay señal de Internet. Hay objetos, relatos, fotos, vídeos, espacios oprimentes, desazón. Hay muestras de vida cotidiana, de muerte cotidiana, del poder cuando queda desnudo. Hay ametralladoras y uniformes, los cuencos agujereados de la sopa de Auschwitz, el pañuelo en que un resistente polaco escribió su despedida antes del pelotón, un tanque Panzer y un avión Stuka, el neceser de un soldado americano, una calle de una ciudad alemana, una cartilla de racionamiento parisiense, las músicas marciales. Es un viaje de horas y más horas entre el horror y la fascinación del horror, de esas masas en llamas, esas casas vaciadas por las bombas, esos cuerpos vaciados por el hambre, esos ojos abiertos para siempre. El Museo de la Segunda Guerra de Gdansk es una obra de arte. Pero quizá muy pronto se convierta en historia.

Porque ahora Polonia está gobernada por un partido de derecha nacionalista —el PiS, Ley y Justicia—, que no está contento con el enfoque amplio, europeísta de la muestra. Le reprocha que le falta patriotismo: que debería hablar más del heroísmo polaco, su sacrificio y sus mártires, la carga de sus caballeros contra los tanques alemanes, los 20.000 oficiales asesinados por los rusos en Katyn, la insurrección de Varsovia —y menos de los judíos, por ejemplo. Por eso, unos días después de la apertura, el ministro de Cultura o Algo Así, Piotr Glinski, consiguió echar al director Machcewicz. El escándalo —las renuncias del comité internacional, las denuncias, el descrédito— no le preocupa y muy pronto, dicen, cambiará el relato. Él sabe que no hay nada más maleable que el pasado. O, dicho de otro modo: que las guerras no se terminan nunca.
Fuente: EL PAÍS

Re: El gobierno polaco quiere censurar el museo del horror nazi de Gdansk

Publicado: 23 06 2017 11:17
por abhang
Noticia relacionada con el Museo, subida por Hansi Rudel, en abril del 2016:

Líderes polacos ponen en riesgo Museo de la IIGM.

Re: El gobierno polaco quiere censurar el museo del horror nazi de Gdansk

Publicado: 23 06 2017 19:27
por Erwin Rommel
Era poco probable que a un neonazi le gustase ese museo.

Porque, no nos engañemos: el gobierno polaco actual es neonazi.

Lo dicen claramente varios exministros de este propio partido.


Miedo da el camino que lleva Europa.


Saludos

Re: El gobierno polaco quiere censurar el museo del horror nazi de Gdansk

Publicado: 23 06 2017 20:27
por Oerlikon
Hola:

La verdad es que a algunos se les ve venir de lejos...

Si a una Institución histórica, a un trabajo, a una obra,..., todo lo que se le puede "achacar" es que le falta patriotismo, quizá el problema esté en los ojos del que mira.

Un saludo.

El gobierno de Polonia quiere reescribir la historia y su ejemplo puede extenderse

Publicado: 18 09 2019 12:31
por Bertram
A treinta años del fin del comunismo, otra vez el pasado de Polonia está siendo manipulado con fines políticos por la derecha ultranacionalista. Esta vez la víctima es un museo de Gdansk, donde cuatro historiadores de la institución han denunciado al Gobierno por distorsionar la Segunda Guerra Mundial.

Soldados polacos patrullando las calles de Varsovia - CC.Soldados polacos patrullando las calles de Varsovia / CC.
Los populistas tratan el pasado como si fuera comida rápida: van directos a lo que les resulta más sabroso y satisfactorio, dejando a un lado otra comida que podría ser más saludable y más nutritiva para todos. Pero el estudio honesto de la historia no tiene como objetivo el hacernos sentir bien. Pensemos en el caso de la Segunda Guerra Mundial y cómo, 80 años después de la invasión de Polonia, en Gdansk se está desarrollando una disputa por un museo sobre la guerra.

Los ultraconservadores del partido gobernante Ley y Justicia han intervenido tanto en la narrativa que ha adoptado el museo y su principal exposición que cuatro historiadores polacos que participaron en la creación y lanzamiento de la institución no han tenido más opción que acudir a los tribunales.

Los tribunales no es el mejor sitio para juzgar las lecciones de la historia. Seguramente las universidades, las academias, las bibliotecas y los museos son mejores para este tipo de debates.

Os explicaré cómo hemos llegado a este punto.

El Museo de Gdansk sobre la Segunda Guerra Mundial fue inaugurado en 2017 a bombo y platillo. Su característica singular y no tradicional iba a ser un enfoque especial tanto en el contexto global de la guerra como en el destino de la población civil en medio del sangriento conflicto. Tardaron ocho años en armar la exposición principal. El historiador estadounidense Timothy Snyder dijo que el proyecto era una "hazaña civilizacional" y "quizá el museo dedicado a la Segunda Guerra Mundial más ambicioso del planeta".

Pero los ultraconservadores, que habían llegado al poder en las elecciones de dos años antes no lo pudieron soportar, ya que preferían una versión de los acontecimientos que retocara la historia real y glorificara a la nación. Rápidamente, el Ministro de Cultura y Patrimonio Nacional, Piotr Gliński, echó al director del museo de Gdansk, Paweł Machcewicz. El nuevo director, Karol Nawrocki, se propuso modificar la exposición principal sin consultar a los autores. Esta revisión se realizó según instrucciones del Gobierno para enfatizar la glorificación de las acciones del Ejército polaco y pintar a Polonia como una nación honesta: el museo sería un monumento al victimismo nacional.

Por ejemplo, Nawrocki reemplazó un vídeo de las experiencias de la población civil en la guerra con otra filmación totalmente diferente en la que se incluyen afirmaciones que solo pueden ser descritas como propaganda política: frases como "nosotros salvamos a los judíos", "damos vida en nombre de la dignidad y la libertad", "fuimos traicionados", "el Papa dio esperanzas de triunfo", "los comunistas perdieron", "nosotros ganamos" y "no suplicamos por la libertad, sino que luchamos por ella".

Esta es una reescritura populista de la historia. Los historiadores populistas le dicen a la gente -especialmente a quienes han votado por ellos- lo que quieren oír sobre el pasado. Para ellos, recordar la guerra es un juego de suma cero: es sobre ganadores y perdedores. Les importan poco las complejidades y mucho menos el reconocimiento de los capítulos oscuros del pasado colectivo de Polonia ¿Qué es lo que realmente hemos aprendido del pasado? Viejas fotografías de una Varsovia destruida me recuerdan a las imágenes nuevas de otras ciudades, como Alepo, que en tiempos recientes han experimentado la brutalidad de violentos ataques militares. Con mayor razón debemos recordar lo que sucedió en el pasado y a aquellos que quedaron atrapados en el horror.

Sin embargo, para los historiadores populistas -no solo los polacos-, la historia no es para aprender lecciones. Es o bien un juguete para endulzar las complejidades nacionales, o bien un arma para asuntos exteriores (por ejemplo, para las relaciones de Polonia con Ucrania o con Israel).

Machcewicz, junto con los otros historiadores fundadores del museo, Janusz Marszalec, Rafał Wnuk y Piotr M Majewski, respondieron con un contundente "no". Han denunciado al nuevo director del museo por violación de sus derechos como autores del contenido de la exposición y han amenazado con frenar otros cambios en el museo. Yo estoy totalmente de acuerdo con Machcewicz, que describió esta saga como "la disputa más importante sobre la historia que se ha dado en Polonia en los últimos años".

El caso, sobre el que aún deben dictar sentencia los tribunales, es el primero de este tipo en Polonia y probablemente en Europa. No se me ocurre otro ejemplo de una exposición montada por un museo importante que haya sido censurada por el Gobierno por prestar demasiada atención a la población civil y por no glorificar lo suficiente a la nación. Pareciera algo más propio de la Rusia de Putin que de un Estado miembro de la Unión Europea.

El fallecido Leszek Kołakowski, uno de los filósofos más importantes de Polonia, escribió en su ensayo Doctor Fausto: "Gracias al pasado aprendemos a reconocer a nuestro alrededor los rostros que han sido tocados por su peor legado". Para mí, una joven polaca, esta es la mejor definición del propósito del estudio de la historia. No sorprende que la censura comunista no le permitiera a Kołakowski publicar esas palabras. Y ahora, 30 años después del colapso del régimen comunista en Polonia, otra vez la historia es manipulada con fines políticos. Es como si solo fuera aceptable una versión de la historia: aquella aprobada por un gobierno de derechas que ha permitido innumerables actos de retroceso democrático e intentará ser reelegido el mes que viene. Cualquiera que vea las cosas de forma diferente es declarado enemigo público.

Cuando comencé a investigar la disputa por el Museo Gdansk, me pareció un buen tema periodístico, especialmente porque estudié historia en la universidad y es algo que me apasiona. Pero de a poco se fue convirtiendo en algo mucho más personal: me di cuenta de que esto se trataba de nuestros valores como sociedad. Y debe ser un tema personal para cualquiera a quien le importen el pluralismo y el debate en libertad. Esta es una batalla para impedir que la historia sea escrita en blanco y negro, para impedir que sea funcional a una agenda política. Es una batalla por una historia que nos inspire a establecer relaciones entre el pasado y nuestro mundo actual. Podrán parecer palabras grandilocuentes. Pero esos cuatro historiadores que han desafiado al Gobierno están luchando por algo mayor que el futuro de un museo. Esto tiene un significado europeo. Nos atañe a todos.


Estera Flieger es periodista del periódico polaco Gazeta Wyborcza. Traducido por Lucía Balducci

Fuente: eldiario.es