Re: Grecia exige a Alemania 54000 millones por ocupación naz
Publicado: 06 02 2012 01:23
Esa leyenda siniestra fue comenzada por las naciones que querían suplantar al más poderoso imperio de la época, entre ellas Inglaterra, que no sólo cometió en el mundo entero atrocidades tan graves como las españolas, pero agravadas por su clásico racismo, que aún perdura, cometido hasta hoy por el imperio norteamericano; no únicamente contra los indios, sino, luego, contra los llamados despectivamente hispanos, y fínalmente contra los italianos, en virtud de una doctrina según la cual Reagan es superior a Julio César, Virgilio, Horacio, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Galileo y tantos que hicieron por la cultura universal algo más que ese actor de tercera categoría. No, aquí no hubo esa inferioridad espiritual que es el racismo: desde Hernán Cortés, conquistador de México, cuya mujer fue indígena, hasta los que llegaron en aquella formidable empresa hasta el Río de la Plata se mezclaron con indios, y gracias al misterio genético tengo una hermosa nieta que sutilmente revela rasgos incaicos. Para no hablar de las notables creaciones del barroco ibérico en América Latina, que sutilmente difiere del de la metrópoli, de la misma manera que sucedió con nuestra lengua común: la ilustre lengua de Cervantes y Quevedo.
Vamos, todas las conquistas fueron crueles, sanguinarias e injustas, y bastaría leer aquel libro de un sacerdote belga en que narra los horrores, los castigos, las mutilaciones de manos y a veces hasta de manos y pies que sus burdos y viles compatriotas infligían a los negros que cometían un robo de algo que en el fondo les pertenecía. Y lo mismo podría repetirse con siniestra simetría con los alemanes, holandeses e ingleses. ¿Quiénes son ellos, qué virtudes tuvieron y hasta siguen teniendo, para haber forjado y seguir repitiendo la leyenda negra?
Es tina injusticia histórica olvidar los nombres que lucharon por los indígenas y por la conservación de sus valores espirituales, como fray Bernardino de Sahagún, la escuela de Salamanca con "derecho de gentes", y el nobilísimo dominico Bartolomé de las Casas, que defendió encarnizadamente a los indios y que, lejos de propiciar la trata de negros, como afirma una de las tantas falsedades de la leyenda, luchó por ellos en nombre de una religión que considera sagrada la condición humana. En fin, no se tiene presente que fueron hijos de españoles y hasta españoles que lucharon contra el absolutismo de su propia tierra los que insurgieron contra España, desde Bolívar en el norte hasta San Martín en el sur, nacido aquí, que combatió como coronel, heroicamente, contra la invasión napoleónica en la tierra de su padre, el capitán Juan de San Martín. Con razón, Fernández Retamar pone el caso de Martí, uno de los hombres más esclarecidos y nobles de nuestra independencia, orgulloso de sus padres españoles, que, al propio tiempo que defendía la legitimidad de una cultura nueva y propia, se declaraba heredero del Siglo de Oro hispánico. Para no referirnos a tanto mestizo ilustre, como Bernardino Rivadavia en mi país, con negros en su pasado y quizá hasta con indios, y a mi amigo Nicolás Guillén, el cubano que en un conmovedor poema se refiere a su abuelo español y a su abuelo africano, ejemplar síntesis de nuestro mestizaje.
El autor del extracto es Ernesto Sábato. Me parece que hay pocos textos más claros al respecto del problema.
Sobre los campos de concentración.
Este concepto nació hacia el siglo XVIII. Antes de esto no eran precisos por un motivo muy simple: en la guerra, hasta ese siglo, no se daba normalmente el caso de que un ejército controlase a la población civil del enemigo y, por tanto, no tenía necesidad de "concentrarla" para mantenerla detenida. Está documentado el uso de campos de concentración por parte de la Confederación de Bar hacia mediados del siglo XVIII para concentrar a prisioneros polacos. No se les llamaba así (campo de concentración) pero eran lo mismo. De hecho, ya desde la Antigüedad consta la concentración de civiles del enemigo.
En la misma década que España usó este sistema para controlar a la población cubana durante la guerra el sistema fue copiado por Inglaterra en las guerras Boer y por Estados Unidos en Filipinas. La diferencia es que durante la guerra de Cuba los magnates de la prensa norteamericana, con Hearst y Pulitzer a la cabeza, difundieron la imagen de Valeriano Weyler como criminal, exagerando el trato dado a los cubanos para ganar la batalla mediática. Pasaron también por alto, muy convenientemente, que el sistema concentracionario lo copió Weyler del legendario General Sherman durante la Guerra de Secesión, porque Sherman ya era una leyenda histórica en EE.UU.
Pero no acaba ahí la cosa, porque antes de que España emplease ese sistema en Cuba ya se había empleado en América el método concentracionario explícitamente para practicar genocidios (lo cual no era la intención de los españoles en la Guerra de Cuba: no murieron prisioneros porque se los concentró en lugares con cultivos y ganados, pues la única intención era alejarlos del enemigo para evitar que los ciudadanos ayudasen al adversario).
Durante la segunda mitad del siglo XIX, bastante antes de que los españoles inventasen el nombre "campo de concentración", los estados soberanos de Chile y Argentina realizaron un genocidio sistemático de indígenas, entre ellos el genocidio selknam, para limpiar de pueblos primitivos la Tierra de Fuego con evidentes intereses económicos. Se creó lo más parecido a un campo de extermino en Isla Dawson, mucho antes de que Hitler tuviese una ocurrencia similar. Recordemos que a muchos de esos pueblos, por ejemplo a los selknam, se los cazaba con escopeta por el páramo como si fueran animales salvajes. De hecho, incluso se le regaló al entonces presidente argentino, Juárez Celman, un álbum con las fotografías de la matanza de indígenas. El cariz criminal de semejante genocidio llega al punto que cientos de indígenas murieron envenenados por la comida ofrecida.
Antes también de que España pusiera en práctica ese sistema en Cuba ya existían campos de concentración de prisioneros civiles en la Rusia zarista, en condiciones muchas veces complicadas para los reclusos al localizarse en Siberia y las regiones del norte. Aunque usaban una palabra rusa para denominarlos, eran campos de concentración como cualquier otro.
Ya principios del siglo XX en México la isla María Magdalena fue empleada por el Gobierno de Sonora durante la Campaña Antichina. Allí murieron más de la mitad de los ciudadanos asiáticos deportados, obligados a trabajos forzados o muertos en el trayecto, incluyendo mujeres y niños.
La lista de ejemplos es muy larga.
Saludos
Vamos, todas las conquistas fueron crueles, sanguinarias e injustas, y bastaría leer aquel libro de un sacerdote belga en que narra los horrores, los castigos, las mutilaciones de manos y a veces hasta de manos y pies que sus burdos y viles compatriotas infligían a los negros que cometían un robo de algo que en el fondo les pertenecía. Y lo mismo podría repetirse con siniestra simetría con los alemanes, holandeses e ingleses. ¿Quiénes son ellos, qué virtudes tuvieron y hasta siguen teniendo, para haber forjado y seguir repitiendo la leyenda negra?
Es tina injusticia histórica olvidar los nombres que lucharon por los indígenas y por la conservación de sus valores espirituales, como fray Bernardino de Sahagún, la escuela de Salamanca con "derecho de gentes", y el nobilísimo dominico Bartolomé de las Casas, que defendió encarnizadamente a los indios y que, lejos de propiciar la trata de negros, como afirma una de las tantas falsedades de la leyenda, luchó por ellos en nombre de una religión que considera sagrada la condición humana. En fin, no se tiene presente que fueron hijos de españoles y hasta españoles que lucharon contra el absolutismo de su propia tierra los que insurgieron contra España, desde Bolívar en el norte hasta San Martín en el sur, nacido aquí, que combatió como coronel, heroicamente, contra la invasión napoleónica en la tierra de su padre, el capitán Juan de San Martín. Con razón, Fernández Retamar pone el caso de Martí, uno de los hombres más esclarecidos y nobles de nuestra independencia, orgulloso de sus padres españoles, que, al propio tiempo que defendía la legitimidad de una cultura nueva y propia, se declaraba heredero del Siglo de Oro hispánico. Para no referirnos a tanto mestizo ilustre, como Bernardino Rivadavia en mi país, con negros en su pasado y quizá hasta con indios, y a mi amigo Nicolás Guillén, el cubano que en un conmovedor poema se refiere a su abuelo español y a su abuelo africano, ejemplar síntesis de nuestro mestizaje.
El autor del extracto es Ernesto Sábato. Me parece que hay pocos textos más claros al respecto del problema.
Sobre los campos de concentración.
Este concepto nació hacia el siglo XVIII. Antes de esto no eran precisos por un motivo muy simple: en la guerra, hasta ese siglo, no se daba normalmente el caso de que un ejército controlase a la población civil del enemigo y, por tanto, no tenía necesidad de "concentrarla" para mantenerla detenida. Está documentado el uso de campos de concentración por parte de la Confederación de Bar hacia mediados del siglo XVIII para concentrar a prisioneros polacos. No se les llamaba así (campo de concentración) pero eran lo mismo. De hecho, ya desde la Antigüedad consta la concentración de civiles del enemigo.
En la misma década que España usó este sistema para controlar a la población cubana durante la guerra el sistema fue copiado por Inglaterra en las guerras Boer y por Estados Unidos en Filipinas. La diferencia es que durante la guerra de Cuba los magnates de la prensa norteamericana, con Hearst y Pulitzer a la cabeza, difundieron la imagen de Valeriano Weyler como criminal, exagerando el trato dado a los cubanos para ganar la batalla mediática. Pasaron también por alto, muy convenientemente, que el sistema concentracionario lo copió Weyler del legendario General Sherman durante la Guerra de Secesión, porque Sherman ya era una leyenda histórica en EE.UU.
Pero no acaba ahí la cosa, porque antes de que España emplease ese sistema en Cuba ya se había empleado en América el método concentracionario explícitamente para practicar genocidios (lo cual no era la intención de los españoles en la Guerra de Cuba: no murieron prisioneros porque se los concentró en lugares con cultivos y ganados, pues la única intención era alejarlos del enemigo para evitar que los ciudadanos ayudasen al adversario).
Durante la segunda mitad del siglo XIX, bastante antes de que los españoles inventasen el nombre "campo de concentración", los estados soberanos de Chile y Argentina realizaron un genocidio sistemático de indígenas, entre ellos el genocidio selknam, para limpiar de pueblos primitivos la Tierra de Fuego con evidentes intereses económicos. Se creó lo más parecido a un campo de extermino en Isla Dawson, mucho antes de que Hitler tuviese una ocurrencia similar. Recordemos que a muchos de esos pueblos, por ejemplo a los selknam, se los cazaba con escopeta por el páramo como si fueran animales salvajes. De hecho, incluso se le regaló al entonces presidente argentino, Juárez Celman, un álbum con las fotografías de la matanza de indígenas. El cariz criminal de semejante genocidio llega al punto que cientos de indígenas murieron envenenados por la comida ofrecida.
Antes también de que España pusiera en práctica ese sistema en Cuba ya existían campos de concentración de prisioneros civiles en la Rusia zarista, en condiciones muchas veces complicadas para los reclusos al localizarse en Siberia y las regiones del norte. Aunque usaban una palabra rusa para denominarlos, eran campos de concentración como cualquier otro.
Ya principios del siglo XX en México la isla María Magdalena fue empleada por el Gobierno de Sonora durante la Campaña Antichina. Allí murieron más de la mitad de los ciudadanos asiáticos deportados, obligados a trabajos forzados o muertos en el trayecto, incluyendo mujeres y niños.
La lista de ejemplos es muy larga.
Saludos