Los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 ya se habían planeado antes de que el Nazismo se instalara en el poder alemán, pero para Hitler fue una perfecta oportunidad para demostrarle al mundo los “logros” de su régimen de genocidio y la “belleza” de la raza aria. También fue el perfecto escenario para que su ministro de difusión, Joseph Goebbels, montara una propaganda que no dejara dudas de la superioridad alemana.
Habiendo rechazado una propuesta de boicot contra los Juegos Olímpicos de 1936, los Estados Unidos y otros países occidentales perdieron la oportunidad de oponerse al régimen nazi, en lo que podría haber sido una acción que frenara el avance de Hitler a través de un rechazo internacional anterior a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
El equipo deportivo de Alemania fue exhortado a un entrenamiento que dudosamente respondía al carácter amateur olímpico. La estrella del grupo era Lutz Lang, competidor de salto en alto que representaba el físico ideal de la raza aria (atlético, cabello rubio, ojos celestes). Pero el atleta más talentoso del mundo era el afroamericano estadounidense Jesse Owens, y, como tal, “inferior” según las concepciones nazis. Cuando obtuvo la medalla de oro en la carrera de los 100m, Hitler se negó a entregársela y se dice que murmuró que los americanos deberían tener vergüenza de sí mismos al dejar competir a un “negro” por ellos.
Historia previa
El área alrededor del actual Estadio Olímpico estaba siendo utilizado para deportes ya desde la época imperial. Desde 1909 existía en este lugar el «Hipódromo de Grunewald» (Pferderennbahn Grunewald). Tan sólo 4 años más tarde y con miras a la realización de los Juegos Olímpicos de 1916 (que no se realizo por la Gran Guerra) en Berlín, se levanto en éste lugar el «Estadio Alemán» (Deutsche Stadion). El arquitecto encargado fue Otto March, el padre de los hermanos Werner y Walter March, quienes llegarían a concebir el futuro Estadio Olímpico.
En la década del veinte veinte, Werner March desarrolló planos para la construcción de un «Foro Alemán del Deporte» (Deutsches Sportforum).
En las cercanías del actual estadio, los estudiantes de Educación Física recibirían su instrucción en la «Escuela Superior de Ejercicios Corporales» (Hochschule für Leibesübungen). Sin embargo, pocos edificios llegaron a construirse hasta 1933. Cuando el Comité Olímpico Internacional (IOC) escogió a Berlín como el lugar de realización de los XI Juegos Olímpicos de Verano, el actual Poststadion de la calle Lehrter en el barrio de Moabit debería ser reconstruido para tal propósito. No obstante, los planos presentados ante Adolf Hitler, éste decidió que se debería construir un nuevo estadio (hasta ese momento se llamaba aún «Estadio de Alemania» – Deutschlandstadion) con capacidad para 100.000 espectadores.
La construcción y los Juegos Olímpicos
Los escombros fueron utilizados como material de relleno para el terraplén de la calle Ruhlebener, entre otras cosas. De manera formal, la clara geometría del nuevo estadio se orientaba hacia las edificaciones deportivas de la antigüedad. Gracias a su particular disposición arquitectónica (parcialmente por debajo del entorno) el plano superior del edificio, aún hoy en día, sólo permite apreciar el contorno original del mismo desde el exterior.
Para la parte inferior del edificio, March empleó pilares más angostos de hormigón armado. En los bocetos originales, ésta debería verse considerablemente más moderno con la presencia de muchos elementos de cristal y estructuras de acero. Puesto que los modernos planteamientos de March no encajaban dentro del concepto arquitectónico del nacional socialismo, éstos tuvieron que ceder ante elementos decorativos (masivas cornisas, revestimiento exterior de piedra caliza y arenisca) que otorgaron al estadio el aspecto imponente deseado por el régimen.
Las 132 hectáreas del terreno olímpico pasaron a ser, desde éste momento, «la obra maestra arquitectónica mejor conservada del nacional socialismo». De ésta manera, el régimen hizo ampliar el Foro Deportivo hasta transformarlo en un «Campo Deportivo del Reich» (Reichssportfeld). Al ensamble olímpico pertenecen, también, la Piscina Olímpica, la Torre del Campanario, el Pabellón Langemarck con el Maifeld (Campo de Mayo) y el Waldbühne (Teatro del Bosque).
El así llamado «Pabellón Langemarck» ocupaba gran parte del tracto intermedio por debajo de las tribunas del Maifeld. Pretendía rendir homenaje a aquellos jóvenes soldados quienes durante la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918), en el asalto a Langemark (cerca de Ypern, Bélgica), en calidad de voluntarios, mal entrenados y equipados, fueron sacrificados por miles el 10 de Noviembre de 1914, apenas iniciada la guerra.
Segunda Guerra Mundial
Junto con el necesario traslado de la industria armamentista hacia las profundidades de la tierra a partir de 1943, debido a la intensificación de los bombardeos en la capital alemana, las dependencias subterráneas del Estadio Olímpico fueron igualmente utilizadas para éste propósito. Los amplios sótanos fueron usados, en partes iguales, por las compañías «Blaupunkt» (fabricación de tuberías) y «Henschel» (piezas para aviones). Blaupunkt fue llevada por debajo de las dependencias correspondientes a las tribunas mientras que Henschel ocupó el «Túnel Maratón» en el área de acceso al sur del estadio.
De este modo,surge el nombre de «Bunker Blaupunkt». Éste se refería a la serie de dependencias a lo largo de aproximadamente 2000 m² protegidas por una cubierta de hormigón de varios metros de espesor.
Historia política de los Juegos Olímpicos de 1936
En 1936, los Juegos Olímpicos de invierno y de verano se celebraron en la Alemania Nazi, respectivamente en Garmisch-Partenkirchen (Baviera) y Berlín. En esta doble ocasión, el deporte sirvió para aplicar la estética nazi y fue usado como vehículo de propaganda por el régimen hitleriano como nunca antes había ocurrido.
La elección de las sedes no fue particularmente polémica. Sin embargo, tras la subida de Hitler al poder, hubo propuestas de boicot e incluso intentos de organizar olimpiadas alternativas. Durante los juegos, Alemania redujo la represión antisemita e intentó mostrar una mejor imagen al mundo. Al mismo tiempo, el gobierno alemán llevó a cabo una campaña diplomática intentando captar la simpatía de dignatarios extranjeros que visitaron el país durante los juegos. Para la posteridad, los juegos quedaron esencialmente asociados a la figura de Jesse Owens.
Elección de la organización
El Comité Olímpico Internacional atribuyó la organización de los Juegos Olímpicos de Verano a Berlín durante su congreso en Barcelona en el año 1931. La otra ciudad candidata para acoger la celebración era precisamente la ciudad condal. En aquella época, se comenzaba eligiendo la ciudad que organizaría los juegos de verano y luego, el comité olímpico nacional elegía el lugar de celebración de los juegos de invierno. Los Juegos Olímpicos de Invierno de 1924 y 1932 se celebraron en el mismo país en el que tuvo lugar la celebración de los juegos de verano. Fue por este motivo que el Comité Olímpico Alemán eligió las ciudades e Garmisch-Partenkirchen para acoger las competiciones invernales.
La elección de Alemania tuvo una carga política considerable debido a que devolvía la celebración de las grandes competiciones deportivas al país tras la Primera Guerra Mundial. Además de eso, los Juegos Olímpicos de 1916, que tuvieron que ser cancelados por la Gran Guerra iban a celebrarse en Berlín.
Propuesta de boicot
Hitler y el partido Nazi fueron elegidos en las elecciones de 1933. Pocos meses después, diversos miembros de comités olímpicos nacionales comenzaron a preguntarse si sería ético y correcto participar en unos juegos organizados por el régimen Nazi. De hecho, habiendo confirmado su retórica antes de ser elegidos para formar gobierno, los nazis rápidamente (a partir de abril de 1933) instauraron una política de segregación racial en el deporte así como en otros aspectos de la vida social. Los judíos, en particular, fueron expulsados sistemáticamente de los clubes y federaciones deportivas, y tenían prohibido entrar en las instalaciones deportivas
Brundage, asumía una responsabilidad particular, debido a que la delegación estadounidense era tradicionalmente la más numerosa, se manifestaría en ocasiones posteriores en contra de un posible boicot, afirmando que el deporte se debería mantener alejado de las relaciones judeo-nazis. Incluso llegó a afirmar la existencia de una conspiración judeo-comunista contra la participación de los Estados Unidos en los juegos.
Las propuestas de boicot fueron también vivamente discutidas en otros países, especialmente en el Reino Unido, Francia, España, Suecia, Checoslovaquia y en Holanda. Los alemanes exiliados por motivos políticos también se manifestaron a favor del boicot. No obstante, con la excepción de España, todos estos países terminarían por participar, pese a que atletas, tanto judíos como no judíos, de varias delegaciones se negaran a asistir.
Juegos alternativos: las Olimpiadas Populares
Los partidarios del boicot comenzaron a organizar unos juegos olímpicos alternativos (las llamadas Olimpiadas Populares) que debían celebrarse en Barcelona en 1936. La elección de la ciudad española se debió a que había sido la candidata derrotada frente a Berlín en la decisión del Comité Olímpico Internacional. Sin embargo, esta iniciativa tuvo que ser anulada pocos días antes del comienzo del evento deportivo debido al estallido de la Guerra Civil Española en julio de 1936.
Países participantes
Los siguientes países participaron en los juegos: Afganistán, Sudáfrica, Alemania, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Bermuda, Bolivia, Brasil, Bulgaria, Canadá, Chile, China, Colombia, Costa Rica, Checoslovaquia, Dinamarca, Egipto, Estados Unidos, Estonia, Filipinas, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, India, Italia, Japón, Yugoslavia, Letonia, Liechtenstein, Luxemburgo, Malta, México, Mónaco, Nueva Zelanda, Noruega, Países Bajos, Perú, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumanía, Suecia, Suiza, Turquía y Uruguay. Nunca antes habían participado tantos países en los Juegos Olímpicos.
Supresión de la violencia anti-judía
Durante los juegos y en los meses previos, era necesario mostrar a los millares de visitantes todo lo que el país y especialmente el régimen tenían de bueno. De esta forma, las sucesivas campañas antisemitas, que habían sido constantes desde la llegada al poder de Hitler, fueron suprimidas.
La violencia contra la comunidad judía, particularmente visible en el verano del año anterior, casi desapareció. Los avisos prohibiendo o disuadiendo la presencia de judíos, que eran frecuentes en la entrada de muchas localidades y barrios (Juden sind nicht erwünscht - Los judíos no son deseados), u otros carteles de tenor semejante y dudoso gusto, fueron retirados por orden del Führer (tras la petición del conde Henri Baillet-Latour, el belga que presidía el Comité Olímpico Internacional), en febrero de 1936, inmediatamente antes de la inauguración de los juegos de invierno. Además de eso, Alemania aceptó incluir en su delegación una competidora de esgrima de origen judío: Helene Mayer, que lograría una medalla de plata.
Ceremonia de apertura
Toda la ciudad de Berlín estaba decorada con la esvástica cuando la llama olímpica llegó a la ciudad el 1 de agosto de 1936 y los juegos de la XI Olimpiada fueron inaugurados. Sobre el estadio flotaba el enorme dirigible Hindenburg, sobre el cual estaba suspendida la bandera olímpica. Durante la ceremonia inaugural, el estadio tenía más espectadores de los 110 000 de aforo, mientras que en el exterior, un millón de personas se colocó en las calles para ver el desfile de coches que transportaba al Führer y demás dignatarios del régimen invitados a la ceremonia.
Competición
Durante dos semanas se celebraron los juegos. Entre los mas notables éxitos deportivos sobresalió los llevados a cabo por Jesse Owens, ganador de cuatro medallas de oro en 100 y 200 metros, salto de longitud y relevos 4 x 100 metros. La leyenda cuenta que Hitler evitó felicitar a Owens y a otros competidores negros, pero la verdad es que no estaba previsto que el Führer saludara a los ganadores de medallas, este efectivamente felicitó a los ganadores de las dos primeras medallas de oro, un finlandés y un alemán, aunque no estado previsto por la organización. Después de esto Hitler abandonó el estadio tras la eliminación de los últimos participantes alemanes en la competición de salto de altura.
Sin querer o no, su marcha evitó que Hitler tuviese que decidir si felicitar personalmente a Cornelius Johnson y Davis Albritton, ambos afro-americanos que conquistaron las medallas de oro y plata respectivamente.
Jesse Owens
Jesse Owens compitió durante el segundo día y ganó los 100 metros lisos. Antes de eso, Henri Baillet-Latour ya había informado a Hitler que, de acuerdo con el protocolo olímpico, un invitado de honor del comité olímpico no debería saludar a los vencedores. Hitler no saludó a ningún otro ganador. Sin embargo, se puede afirmar que Hitler había evitado encontrarse con Owens, Baldur von Schirach, el líder de las Juventudes Hitlerianas habría propuesto que Hitler fuese fotografiado junto con Owens. Hitler habría reaccionado indignado y ofendido y habría dicho a von Schirach que los Estados Unidos se deberían avergonzar por enviar negros a los juegos. Owens ganó también la medalla de oro de los 200 metros lisos así como la carrera de relevos de 4x400 metros y salto de longitud.
Hitler asistió a las pruebas deportivas casi todos los días, y fue siempre efusivamente aclamado por la multitud de espectadores. Para su orgullo y contento, los atletas alemanes registraron diversas victorias; Alemania fue el país que ganó más medallas en los juegos de verano y el segundo con más medallistas de los juegos de invierno.
Aprovechando la competencia, Hitler y el Partido Nazi no perdieron la oportunidad para tratar de impresionar a los altos dignatarios extranjeros con múltiples demostraciones de extravagante hospitalidad. Joachim von Ribbentrop, recién nombrado embajador en Londres, pero que aún no asumía el cargo, recibió a cientos de invitados extranjeros en ostentosas cenas de gala en su mansión de Dahlem. Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda, organizó una recepción con fuegos artificiales para más de mil invitados, casi todos extranjeros en Havel (el lago junto a Berlín). Hermann Göring, Reichsminister y segundo del régimen, sobrepasó a todos con su extravagancia festiva. Lara Salmain, un conservador francés miembro de la Casa de los Comunes, se quedó deslumbrado con una recepción ofrecida por Göring para 800 invitados en el ministerio del aire y comentó que nunca había habido una fiesta de ese calibre desde el tiempos de Luis XIV o incluso desde tiempos de Nerón.
Vídeo
Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_p ... os_de_1936
http://sobrehistoria.com/los-juegos-oli ... r-en-1936/
http://berliner-unterwelten.de/el-estad ... 190.2.html
Imágenes:
http://www.german-architecture.info/BER-034.htm
http://www.javiermolins.com
http://blogs.diariovasco.com
http://www.dailymail.co.uk
http://www.nndb.com
http://www.wikipedia.org