Nuevo libro del escritor canadiense Malcolm Gladwell
Durante su infancia en Inglaterra en la década del 60, Gladwell aprendió a reconocer los lugares en los que las bombas sí habían dejado su rastro. Los inmensos y espantosos edificios de estilo brutalista que se alzaban en Londres en medio de manzanas con varios siglos de antigüedad eran un recordatorio del calvario por el que había pasado el país.
Desde entonces, esa pasión lo llevó a leer libro tras libro sobre fuerzas aéreas, bombardeos, y guerras que se elevan del ras del suelo y transcurren en el aire. Sin embargo, hasta ahora, Gladwell nunca había querido escribir sobre estos temas por miedo a que ninguna historia estuviera a la altura de su obsesión.
Así fue que apareció El clan de los bombarderos, un libro sobre la noche más larga de la Segunda Guerra Mundial. Un aeropuerto -en ese entonces el más grande del mundo- en medio del Pacífico, un genio holandés y su ordenador analógico casero, los científicos pirómanos de Harvard que inventaron el napalm, un sagaz piloto que cantaba tonadas a su equipo y el comandante que ordenaría uno de los ataques más sangrientos de la historia moderna.
Más que un libro sobre la guerra, El clan de los bombarderos disecciona un sueño -la creación de un bombardero inmenso e imponente que permita librar guerras exclusivamente en el aire- que se convirtió en pesadilla. El autor sostiene que las obsesiones son el motor primigenio del progreso pero, así como Albert Einstein se cuestionó su participación en la creación de la bomba atómica, Gladwell se pregunta: ¿Cuál es el precio del progreso?
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