Hace algunos meses dedicamos unos minutos a hablar de uno de los magos más famosos del conflicto, Jasper Maskelyne, un personaje sin el cual Montgomery no hubiese podido vencer a Rommel en la batalla del Alamein y que fue capaz de hacer desaparecer el puerto de Alejandría evitando que fuese bombardeado por la aviación alemana. Precisamente, el temor a los bombardeos hizo que se desarrollasen técnicas de camuflaje capaces de ocultar una fábrica de aviones con su pista de aterrizaje y sus grandes hangares de ensamblado.
Antes del ataque a Pearl Harbor y, por tanto, la entrada de Estados Unidos en el conflicto, las fábricas de armamento de Boeing o Lockheed producían aviones a salvo de cualquier ataque porque se consideraba el conflicto demasiado lejano al territorio estadounidense. El ataque japonés cambió este punto de vista y la costa oeste de Estados Unidos pasó a estar en alerta ante un eventual ataque (que nunca llegó a suceder más allá de una pequeña escaramuza) que obligaba a proteger la maquinaria de producción de aviones de guerra.
En el Condado de King, situado en el Estado de Washington, se encontraba la Planta 2 de Boeing (también conocida como Air Force Plant 17) donde se fabricaban las fortalezas volantes, es decir, los bombarderos B-17 y B-29 (que se producían a un ritmo de 362 unidades al mes). La planta empleaba a unas 30.000 personas que trabajaban en tres turnos de 8 horas y ocupaba un complejo de 160.000 metros cuadrados, un objetivo fácilmente visible desde el aire y, lógicamente, un objetivo militar que el enemigo atacaría a la mínima ocasión.
Con la idea de proteger la infraestructura, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos junto a John S. Detlie, un director de arte procedente de la industria del cine de Hollywood, trabajaron en un decorado que transformase las instalaciones para que desde el aire aparentase ser un barrio residencial y, por tanto, no quedase marcado como un objetivo susceptible de ser bombardeado. Con una dotación presupuestaria equivalente a 15 millones dólares actuales, se construyeron viviendas falsas de madera, se utilizaron lonas, falsos árboles y pintura para “retocar” el techo del hangar de la planta para que desde el aire pareciese una apacible zona residencial con sus viviendas, sus jardines y sus calles.
La incesante actividad de las cadenas de producción quedó oculta tras una extensa red que transformó las pistas de aterrizaje en campos de trigo, el aparcamiento de los operarios en un sembrado de alfalfa y el edificio principal depósitos de trigo, granjas y sembrados.
Existen muchas aplicaciones sorprendentes del camuflaje realizadas durante la Segunda Guerra Mundial que demostraron que el ingenio, afortunadamente, es más fuerte que la maquinaria de un ejército.
Fuentes:
http://www.codigof.com/
http://www.messynessychic.com/2014/06/0 ... ld-war-ii/