El método de Yoshikawa era muy sencillo. De día salía resueltamente como cualquier turista, en pantalones informales y camisa hawaiana y por lo general acompañado de alguna mujer atractiva. A veces recorría la isla en taxi, a veces paseaba delante del puerto en un barco de turistas. En una ocasión se tendió sobre la hierba en Wheeler Field para observar unas maniobras aéreas del ejercito, en otra ocasión alquiló una avioneta y sobrevoló la isla, conversando jovialmente con su compañera mientras sacaba fotos de las bases aéreas y las instalaciones navales.
De noche Yoshikawa frecuentaba un salón de té en una colina sobre Pearl Harbor. Flirteaba con las camareras japonesas, bebiendo lo bastante para parecer algo ebrio y relajado pero no lo suficiente para seer desagradable y durante todo el tiempo mantenía abiertos los oídos por si algún cliente se iba de la lengua. El propietario, que no conocía las verdaderas intenciones de Yoshikawa, le dejaba dormir la mona en una habitación libre desde la que tenía vista al puerto.
Todas estas actividades parecían tan inocentes y triviales que no despertaban la menor sospecha. Pero cuando Yoshikawa se levantaba por la mañana, tomaba notas y dibujaba planos de memoria. Luego los entregaba al cónsul general, que los enviaba semanalmente a Tokio. Allí, otros oficiales de inteligencia japoneses marcaban los planos y construían maquetas de la base americana.
Cuando los pilotos japoneses atacaron Hawai el 7 de diciembre, tenían sobre el regazo fotografías aéreas y mapas que detallaban sus objetivos, basados en datos reunidos de las fuentes disponibles o facilitados por Yoshikawa.
Takeo Yoshikawa nunca recibió reconocimiento oficial por sus servicios, a pesar de que él siguió trabajando para la inteligencia naval durante el resto de la guerra. Cuando la guerra terminó y Japón fue ocupado por fuerzas estadounidenses, tuvo que ocultarse (disfrazado como un monje budista) por miedo de ser procesado por su papel en el ataque de Pearl Harbor. Volvió con su esposa (con quien se casó poco después de su vuelta de los Estados Unidos) cuando los americanos se marcharon. En 1955 abrió un negocio de golosinas, pero fracasó por su papel en la guerra. Los japoneses culparon a Takeo de la misma.
"Ellos me culparon de la bomba atómica," declaró con lágrimas en sus ojos. "Cada día ella se inclina ante mí, sabe que soy un hombre de historia."
Extracto de Tom McMahon: The Sad Life of Pearl Harbor Spy Takeo Yoshikawa
Durante años los estadounidenses, que no sabían su nombre le blasfemaron. Muchos japoneses le odiaron por conseguir que su nación se implicara en una guerra perdida. Unos hasta le culparon de las bombas atómicas que se arrojaron en Hiroshima y Nagasaki. Yoshikawa, uno de los espías más afortunados en la historia registrada, no ha recibido ningún premio, ningún honor, ni siquiera una pensión del gobierno japonés que él atendió tan bien. Cuando le encontré él no tenía ningún trabajo y vivía como un vagabundo en la isla Shikoku de Tokio. El famoso espía murió hace varios años en una clínica para ancianos en Tokio, solo y sin honores excepto su vieja esposa Etsuko que le había mantenido durante años vendiendo seguros.
Fuente e imágenes recopiladas de
The Secret War de Francis Russell. Pág. 64 y 65.
http://www.tommcmahon.net/2004/12/the_sad_life_of.html