Tras el
Putsch todos los participantes estaban
cagados (con perdón).
Como golpe de ratas que era, lo que procedía era esconderse en la madriguera más profunda posible y no dar mucho la nota, por lo que pudiera pasar si les volvían a coger en un renuncio.
Pero la sorpresa fue que Hitler, de repente, empezó a ganar peso. Se convirtió en un referente, en buena medida porque estaba en la cárcel y no tenía vida política: se formó su mito
en ausencia. Quizás Göring viese entonces que aquel chalado del bigote tenía un futuro de verdad y su movimiento de matones tenía potencialidad real.
Göring seguía siendo útil. Tenía contactos, tenía una imagen de héroe nacional, conocía el ejército desde dentro mucho mejor que Hitler o Hess. Para ellos, la ayuda de gente como Göring y Ernst Hanfstaengl era básica para poder sumar adeptos de la más alta sociedad al movimiento nacionalista que estaban engordando. La diferencia es que Göring nunac llegó a ser tan odiado por Goebbels como Hanfstaengl.
A Hitler le trataron con exquisitez en su juicio y en la cárcel. Los jueces eran claramente partidarios. Mucho de ello, sin duda, se debió a las influencias de Göring y Hanfstaengl, dos
bon vivants que conocían a la élite y se codeaban con ella.
guti99 escribió:Y bueno después de hablar un poco de sus inicios. Pues para mi siempre un segundo. Un tio rastrero e ignorante que no destaco en nada pero siempre consiguió de un modo u otro estar ahí.
Vamos a tener mucha tela que cortar.
Creo que la historia popular ha dado una imagen de Göring como un drogadicto, gordo y tonto. No creo, personalmente, que tuviese un pelo de tonto. Todas las tareas importantes que le encomendaron desde que empezó a ser uno de los cabecillas del Partido Nazi acabaron funcionando bien. Su único gran fracaso fue no poder vencer a la RAF en la Batalla de Inglaterra, pero como en cualquier guerra esa responsabilidad está muy repartida.
Incluso en los Juicios de Nuremberg los soldados americanos que lo custodiaban desarrollaron cierta atracción por su personalidad. Tanta simpatía que parece que finalmente sus carceleros le echaron una mano para no morir en la horca. Como ha comentado Gualtier, fue la única figura que se salvó del tono gris de los grandes acusados. Demostró al menos ser, junto con Speer, el único nazi acusado con cerebro, a pesar de que sabía que se enfrentaba a una segura condena a muerte.
Saludos