Mensaje
por Amarok » 02 02 2012 20:16
Grosso modo muy de acuerdo con lo expuesto por el camarada Gualtier Malde, una vez más una profunda reflexión acerca de tema propuesto. Unos apuntes, no obstante:
Dönitz y Raeder tenían muy claro de lo que era capaz la Kriegsmarine, y de qué no. La ya citada falta de comprensión de la guerra en el mar por parte de Hitler presenta dos vertientes; por un lado, una cierta desconfianza en las posibilidades estratégicas de dicha arma. Por otro, una peligrosa sobrevaloración del poder de las unidades de superficie -por ser todas modernas- y una confianza extrema en el arma submarina, bien alimentada por Dönitz y sus éxitos iniciales. No obstante, tal Hybris causó en un principio una falta importante de recursos que hubiesen debido ser destinados al arma submarina acorde a los planes de Dönitz, y que en líneas generales marcó la tónica de comportamiento -con altibajos- durante toda la guerra. El Typ VII -inclusive el VIIC, naturalmente- no era más que un desarrollo de los sumergibles de la PGM, y al mismo tiempo constituyó la espina dorsal del arma submarina hasta 1945. Los desarrollos del motor Walther y los Elektro-UBoote carecieron de continuidad, mientras cantidades ingentes de importantes materiales se destinaban a proyectos irrisorios de sumergibles monoplaza y similares.
Otro aspecto demandado por Dönitz y nunca llevado con éxito a término fué la vigilancia aérea efectiva, para lo cual estaban previstos diversos aparatos de largo alcance. Los pocos que prestaban servicio, además, no estaban lo suficientemente adiestrados como para facilitar las posiciones de los convoyes o barcos aislados descubiertos con la conveniente precisión, imprescindible para una nave de velocidad relativamente baja y una pésima posibilidad de observación por levantar apenas 3 metros sobre la línea de flotación (y el que conozca las olas del Atlántico Norte se puede dar una idea de lo que eso signfica). Unas escuadrillas dependientes de la Kriegsmarine hubiesen sido una posible solución, pero Göring era el autoproclamado amo de "todo lo que vuela", con el beneplácito de Hitler.
En cuanto al éxito de Bletchley Park -indiscutible-, hubiese podido ser menguado, junto a muchos avances técnicos aliados, venciendo al mayor enemigo de la Kriegsmarine y que ya lo fue de la Kaiserliche Marine: la soberbia. Nadie puede negar que existían más que suficientes indicios, así como infinidad de informes e incluso avisos de la Abwehr, como para percatarse de que tanto el código había sido parcial o totalmente descifrado (aquí aún reaccionaron con la M4, pero no en cantidad suficiente, y obviaron un cambio de sistema), y asimismo de que el enemigo contaba con medios de detección más avanzados de lo conocido hasta entonces. Los medios y métodos propios, por contra, eran vistos como perfectos y el código como invulnerable, y consecuentemente no había necesidad de actuar. Inciso: Es recomendable leer algunos testimonios de antiguos tripulantes o comandantes de U-Boot, S-Boot y VP-Boot (preferiblemente no-pardos) para ver hasta dónde llegaba tal soberbia, rozando la locura y claramente en el reino de la más absoluta irresponsabilidad.
Sea como fuere, a largo plazo la Batalla del Atlántico estaba perdida desde el momento de la entrada en guerra (como beligerante o no) de EE.UU., y sea sólo por la capacidad industrial que representaba: estaban -exagerando algo- en condiciones de producir más barcos que Alemania torpedos. La diferencia pudiese haber radicado en el número de bajas del arma submarina, pero no en un éxito decisivo, pues aún contando con el caso "ideal" de entrada en servicio del Typ XXI y el Typ XXIII en cantidad suficiente (sustituyendo al VII C en mismos números) y de los torpedos buscadores a finales de 1942, principios de 1943, podemos estar seguros de que los aliados no se hubiesen cruzado de brazos y hubiesen encontrado vías y métodos de contrarrestar el nuevo peligro. Una vez más debemos llegar a la conclusión de que, en el mejor de los casos, hubiesen logrado prolongar el conflicto, pero no variar su desenlace.
En cuanto a las declaraciones de Churchill, no estoy convencido de que se ajusten a la realidad, es decir, no creo que lo dijese en serio. Soy más bien de la opinión de que no tenía más remedio que "confirmar" aquello que estuvo vendiendo durante toda la guerra para lograr el apoyo de EE.UU. en la medida en que lo obtuvo.
Unidad: Schwere (Heeres-) Panzerabteilung 501
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