Mi libro: Una bala en un millón

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Nick Ziccara
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Mi libro: Una bala en un millón

Mensaje por Nick Ziccara » 04 01 2011 22:26

Aqui les dejo un borrador de mi libro,los personajes son ficticios pero los hechos trate de ser lo más realista posible.Dejen sus opiniones y consejos para alargarlo,gracias.

24 de Agosto, 1942 Stalingrado

En cinco horas llegaremos a Stalingrado, una importante ciudad que separa a los alemanes del valioso petróleo del Cáucaso. Los oficiales nos dicen que estamos respondiendo al llamado de la Madre Patria y que lucharemos por cada metro de nuestra tierra.

La verdad es que nunca he estado en combate, tampoco he disparado un rifle en mi vida a excepción de la instruccion.Me duele la espalda, hace frio y los vagones de este tren están demasiado cargados de soldados.

Lo único que sabemos es que la ciudad está casi tomada por los alemanes y que vamos a apoyar a los camaradas que se encuentran allí luchando.

Voy a tratar de dormir, de seguro este será un largo día.

Sacha

Cap. 1 - La Ciudad

Solo faltan unos metros para que el tren se detenga y todos bajen. A lo lejos se escuchan las explosiones de bombas, gritos de oficiales ordenando y soldados heridos, y se oyen a los aviones Stukas 109 alemanes repetidas veces sobre el rio Volga. Miro al resto de mis camaradas y veo en sus rostros el miedo y el nerviosismo que tienen. Nos miramos los unos a los otros como preguntándonos que sucede ahí fuera o qué nos va a pasar.

Cuando abren la puerta del vagón todos retrocedemos aterrados por la imagen que nos inunda los ojos; una ciudad en ruinas, quemándose, botes que atraviesan el río llevando soldados hacia los muelles, se ven a los aviones disparando y destruyéndolos.

Los oficiales nos obligan a bajar y entrar en esos botes. Una vez dentro, solo hay que sobrevivir a la artillería y los Stukas que en cada pasada matan a más de cinco hombres en mi bote.

Al desembarcar en los muelles los oficiales nos forman en filas al lado de camiones que entregan rifles Mosin-Nagant o cargadores para esta arma. La orden es simple:"El que tiene rifle dispara, el que no tiene, sigue al que lo tiene. Cuando el del rifle muere, el que lo sigue toma el rifle y dispara”. Por suerte me dan un rifle y a un soldado que recibe munición le digo que me siga.

Nuestro deber en esos momentos es tomar la colina Mamáyev Kurgán para poder entrar en la ciudad.

Hay muchos obstáculos en medio de la colina como autos destruidos, muros caídos, cráteres de bombardeos y una zanja cavada por la que todos soldados subían. Yo intentaba apuntar a los hombres que manejaban las MG-42 que cuidaban la cima de la colina, pero el humo y la neblina tapaba los cascos de los invasores y solo veía el fuego de sus armas. Le pedí a mi compañero que nos moviéramos hacia un auto para cubrirnos. Primero corrió él y yo lo seguí a menos de un metro y medio. Levante la vista y vi a través del auto que había un edificio derrumbado con varios camaradas entonces pensé en ir hacia allá. No sería nada fáciles trecho era de casi cuarenta metros y había muy pocos obstáculos para ocultarse. Lo único que nos quedaba eran una pared de un metro de alto y 70 centímetros de ancho y un camión volcado, este ultimo estaba muy cerca del edificio pero también muy cerca de el campo de visión de las ametralladoras.

Pero si queríamos seguir viviendo, había que cruzar ese infierno, le avisé a mi compañero del plan y le dije que esperáramos a la siguiente oleada de soldados para mezclarnos entre ellos. En ese momento llegó otro barco con soldados y en cuanto estuvieron los suficientemente cerca nuestro emprendimos nuestra carrera hacia la pared que le había indicado, esquivando explosiones, escuchando las balas rozar nuestros oídos y agachando la cabeza para no ser alcanzados por una bala.

En cuanto llegamos a la pared, estuvimos sentados varios minutos descansando. Alcé mi vista hacia el camión y vi que un MG42 podría acabar matándonos. Miré a mi camarada y le explique lo que íbamos a hacer; en cuanto yo le avisara el correría hacia el camión y yo derribaría al soldado que manejaba el arma. Y, sorprendentemente, y a pesar de estar abrumado por el terror de la situación, tumbé al hombre que disparaba la ametralladora y corrí hacia ese camión.

Desde allí, hicimos señas a unos oficiales para que nos dejaran entrar, cuando nos hicieron saber que podíamos entrar corrimos desesperadamente hasta ese lugar.

Al entrar un oficial nos pidió nuestros nombre; "Mi nombre es Alexander Lebedev, señor.” respondí, mi compañero se llamaba Dimitri Kuznetsov.Yo era de la provincia de Kírov, una ciudad al oeste de los Montes Urales y Dimitri era de Taimiria.

El oficial nos ordenó quedarnos entre las ruinas de ese edificio hasta que pudieran tomar el control de la rivera del rio. No sabía que tenían pensado hacer, pero de seguro no sería bueno para nosotros.

A la izquierda de nuestro escondite había otro edificio que estaba custodiado por unos cuatro soldados armados con unas MP40 y una MG-34.Pensaba en conseguir una granada para aventársela o disparar al que operaba la 34 y luego al resto, pero en ese momento un soldado con una radio grito "¡Agachen la cabeza!" y entonces, desde el otro lado del río Volga, se veían destellos y se oigan detonaciones de artillería. Se podían ver los proyectiles volar a pocos metros de altura y caer sobre los nidos de ametralladoras nazis. En unos momentos teníamos las puertas de Stalingrado abiertas y nos apresuramos a entrar.

Al voltearme, vi que el edificio que estaba a nuestra izquierda eran ahora solo cuatro paredes de dos metros de altura nada más.

Luego llamé a Dimitri, que de ahora en adelante lo llamaré Dima, y subimos por la colina con el resto de los camaradas.
En pocas horas llegamos hasta la plaza roja donde se veían cuerpos desparramados por todas partes. Los oficiales soviéticos empleaban ataques masivos contra los alemanes pero el otro lado de la plaza estaba vigilado por tanques Panzer, semiorugas, nidos de ametralladoras MG-42 e infantería armadas con MP40 y rifles Kar98k.

Ya habían llegados unidades suficientes para una nueva masacre, entre ellos, Dima y yo. Oímos a los oficiales decir -"¡Ni un paso atrás camaradas!¡ Cualquiera que se retire de su puesto será fusilado! "- y así sin más tocaron sus silbatos y todos salimos en carrera gritando para darnos valor entre todos.

A mitad de camino, el enemigo abrió fuego sobre nosotros, diezmando a casi todos nosotros.Dima me guió hacia un monumento que había allí y nos ocultamos por un tiempo.

A nuestra derecha las bombas habían abierto un agujero en la pared de un edificio, para entrar allí teníamos que distraer a una 42 que vigilaba ese flanco. Entonces tomé mi rifle, me asomé por un costado del monumento para ver la situacion.Me volví hacia Dima y le dije -"Podemos flanquearlos si entramos en aquel edificio. Yo mato al de la 42 y tú corres. Cuando estés allí, me dices cuando entrar sin que los alemanes me maten."-

Volví a mirar por la derecha del monumento, apunté a la cabeza del aleman, esperé hasta que tuviera que recargar para que este quieto, jalé el gatillo y di justo en blanco. Entonces le grite a Dima para que corra y así lo hizo. Cuando llegó, miro hacia el flanco derecho, me miró a mí y con la mano me hizo señas de que corriera rápido.

No estaba seguro de lo que estaba haciendo, pero creí que esa sería mi única oportunidad. Me dirigí al lugar pero antes de llegar una bala impacta sobre mi brazo izquierdo. Me tiré al piso una vez dentro del edificio apretando el lugar de la herida, gritando por el dolor que me causaba. Dima sacó un trozo de tela de su bolsillo derecho y lo colocó sobre el agujero de mi brazo y con eso detuvo la hemorragia. Pero el dolor era insoportable, sentí que se me había dormido el brazo entero y no podía moverlo. Mi respiración se volvió más agitada, estaba en estado de shock y vi la expresión de pánico que tenia Dima al verme en ese estado, era obvio que nunca observo tal escena. Estuve entre cinco y diez minutos hasta que logre acostumbrarme al dolor, me levante con la ayuda de mi compañero pero en cuanto tomé mi Mosin-Nagant y deje caer el peso sobre mi brazo sentí otra vez el mismo dolor. Hice un gran esfuerzo para resistirlo y subimos por unas escaleras que estaban allí. Resulta que llevaban a todos los pisos incluyendo la terraza del lugar. Desde ahí, me arrodillé, vi a un oficial alemán pidiendo refuerzos constantemente, entonces decidí que sería mi segundo blanco. Apunte a su pecho y cuando estuve seguro de la trayectoria del tiro, disparé. Una vez en el suelo los alemanes dejaron de ser relevados, no recibían más munición, se alborotaron y decidieron disparar hasta la última bala que tuvieran. Uno a uno fueron cayendo.

Yo gasté las balas de mi rifle y Dima me dio su único cargador que en minuto y medio fue descargado. Observé que sucedía abajo con el resto de nuestros compatriotas y vi que algunos llevaban equipos antitanque alemán, como Panzerfaust para acabar con los semioruga y los tanques Panzer IV que estaban bloqueando la plaza. Una vez que el combate terminó, nos miramos con Dima, sonreímos y empezamos a reinos de felicidad. Bajamos las escaleras y nos dirigimos hacia el lugar del que habíamos salido gritando. Les preguntamos a los oficiales si nos podrían dar un rifle y cargadores para nosotros dos, pero nos dijeron que tomáramos lo que dejaron los alemanes y que nos arregláramos con eso. Ambos salimos decepcionados y enfurecidos por la contestación e hicimos lo que nos dijeron. Al parecer los alemanes andaban escasos de armas y munición porque solo hayamos unos cuantos rifles Kar98k, y casi ninguna MP40 de las que divise al estar en la plaza antes. O las tomaros otros camaradas o no eran tantas como pensé. Ambos tomamos un rifle y al resto les retiramos los cargadores para llevarlos con nosotros.

No sabíamos que más hacer; los oficiales estaban al otro lado de la plaza listos para matar a cualquiera que vieran en dirección a ellos y solo veíamos a cabos y soldados comunes caminando por el área. Entonces se nos ocurrió revisar los alrededores en busca de abrigos, comida, refugio, lo que sea para descansar un momento y alimentarnos porque ese invierno fue uno de los peores que pasé en mi vida.

Después de varios meses de combates urbanos en las calles, fábricas, edificio, etc, el 6º Ejercito Alemán de Paulus quedó aislado y cercado por nuestras fuerzas hasta el día de su rendición. Cuando se firmó la capitulación incondicional de Stalingrado, empezamos a buscar a todos los soldados nazis para convertirlos en nuestros presos de guerra. Por las calles de la ciudad se podían ver largas filas de alemanes marchando. Una semana después, un comisario soviético vino a un lugar donde estábamos cerca de 50 hombres y nos llamó a los siguientes: Nikolai Sokolov (Kolia), Mijaíl Kozlov (Misha), Vladimir Semiónov (Volodia), Andrey Bogdanov, Sergey Gólubev (Seriozha), Alexey Ivanov (Liosha), Yuri Nóvikov (Yura), Boris Vorobiov (Borya), Dima y yo. Nos incorporamos, formamos una fila y nos dijeron que somos muy afortunados por haber sobrevivido a la batalla por esta ciudad y por nuestras destacadas acciones en este combate, nos han seleccionados como una nueva unidad para luchar en la siguiente gran batalla: Kursk.

Cap. 2 – Un largo viaje

5 de Julio, 1943 Afueras de Kursk

Otra vez me siento como en Stalingrado, prácticamente las sensaciones, los sonidos y las expresiones de los camaradas son las mismas. Solo que esta vez, el vagón en el que vamos está colmado de soldados que estamos mejor entrenados en técnicas de combate, estrategia y armas. Entre el segundo y el cuarto vagón vamos una unidad élite de soldados al mando del Sargento Viktor Vasiliev (Vitya) y el Teniente Oleg Morózov (Oleshka).

El tren se detiene, se acelera mi ritmo cardiaco, trago saliva para secar mi boca, aprieto mi rifle y me preparo para bajar. Las puertas se abren, y como en Stalingrado, la imagen que vi fue espantosa: el campo de batalla siendo despedazado por la artillería, Stukas 109 sobrevolando la zona disparando y bombardeando las trincheras, tanques soviéticos y alemanes explotando en ambos lados, heridos y muertos desparramados y los oficiales obligándonos a bajar, pero esta vez sabíamos lo que teníamos que hacer y no teníamos miedo.

Nos montaron en camiones hasta el último soldado y arrancamos en dirección a las trincheras para recibir al enemigo. En el camino, cuatro de los siete camiones en los que viajábamos fueron alcanzados por artillería enemiga, dejando a nuestra unidad con menos de la mitad de los hombres que bajaron.

Al llegar a las trincheras nos ofrecieron munición y nos colocaron a lo largo de ellas. Los alemanes se lanzaron con todo lo que tenían sobre nosotros: infantería, aviones Stukas, tanques Panzer IV y Elephant. Nosotros abrimos fuego con fusiles automáticos Ppsh, rifles SVT-40, rifles Mosin-Nagant, Ametralladoras Maxim M1920 y DPM. Los alemanes se abalanzaban sobre nosotros mientras los tanques hacían temblar el suelo, pero logramos resistir.

Nos informaron de que habían conseguido romper el flanco izquierdo, así que nos movimos hacia esa posición donde soportamos dos oleadas de nazis antes de asegurar el flanco. Luego volvimos a nuestras posiciones pero los Elephant no dejaban de descargar su fuego sobre las trincheras. Estuvimos así varios minutos hasta que unos soldados volaron los tanques. Más tarde, teníamos que volver al pueblo, ya que el enemigo lo había tomado para tratar de rodearnos. Entonces nos movimos en aquella dirección. Algunas casas estaban en llamas por los bombardeos aéreos enemigos. Combatimos por varias horas hasta que llegaron los refuerzos que nos sacaron del apuro.

Tras varios viajes y enfrentamientos frente al enemigo, el 23 de agosto liberamos la ciudad de Járkov definitivamente en la cuarta batalla por la ciudad.

La unidad especial que crearon la nombraron Fuerzas Especiales Del Ejercito Rojo (Красная Армия спецназа o SSIAK) y desde la batalla de Kursk hasta el final de la guerra ésta división sumó a diez mil soldados y mil doscientos oficiales. Cuando termino la campaña de Kursk ya teníamos a tres mil quinientos soldados bien entrenados y con el resto de los camaradas aseguramos la región de Kursk y desde ese momento la propaganda que los oficiales utilizaban era “De ahora en adelante no retrocederemos ni un paso hasta el final de la guerra”.

No hace falta decir que la orden se cumplió con esa orden al pie de la letra.

Pasaron varios meses hasta que decidieron realizar la campaña del Báltico. En esta campaña nos ordenaron recuperar los países del mar Báltico: Estonia, Letonia y Lituania. A mis compañeros de Kursk y yo nos movieron al 6 Ejército De Guardias para unirnos al ataque conjunto de los ejércitos 43º, 51º y el 2º Ejército De Guardias. Los alemanes tenían la intención de capturar una línea de carreteras, la Schaulen, con el uso de tanques del 39º y 40º Panzerkorps pero no lograron avanzar gracias a que los detuvimos el 20 de Agosto del 44’, causándole serias pérdidas a los dos Panzerkorps en el Primer Frente Báltico. Como era de esperar, volvieron a lanzar otro ataque el 16 de septiembre denominado Operación Cäsar, pero los repelimos una vez más.

En esa campaña del Báltico murieron cinco de mis camaradas de Kursk: Borya, Volodya, Liosha, Yura, y el Teniente Oleshka. Así que solo quedábamos Dima, Misha, Kolia, Andrey, Seriozha, el Sargento Vitya y yo. A estas alturas, sabia que cualquiera de nosotros podía morir en cualquier momento, pero después de lo que he visto, no seria ninguna sorpresa.
Cap. 3 – Invierno Polaco y Los Altos de Seelow.

12 de Enero de 1945, en algún lugar pasando el Río Vístula, Polonia.

En poco tiempo dará comienzo la ofensiva del Oder-Vístula, una operación en la que avanzaremos sobre Polonia para liberarla de la bota fascista. Todos estamos muy ansiosos por entrar en combate, ya que éste es el último eslabón de la cadena que nos llevara hasta Berlín. Me alegra saber que en la Operación Bagration ayude a liberar Bielorrusia y asegurar el paso del rio Vístula. Ahora nos preparamos para liberar Varsovia y arrebatarles a los alemanes una importante fuente de fabricación bélica y de esa manera evitar el reabastecimiento de sus tropas.

En un par de días nos encontramos en un duro enfrentamiento en la ciudad de Breslau; los alemanes lucharon duramente en esa zona con la implementación de las “ciudades fortaleza” pero no lograron frenar nuestro avance y los rodeamos, por suerte. El 28 de enero nos informaron que una división del I Frente Ucraniano llegó hasta Auschwitz y se encontraron con una imagen horrenda: pilas de gente muerta en un estado de desnutrición extremo, varios habían sido ejecutados pero aun entre ellos había gente viva. Otra vez, movieron a los pocos amigos que me quedaban a una división de las tropas del general Konev liberaron Silesia: Kolia, Misha y Seriozha, quienes dieron su vida para acabar con la producción industrial de armas de Alemania.

Con el Sargento Vitya a cargo nuestro, Dima y yo nos preparamos a fines de enero y principio de febrero para cruzar el rio Oder.

Estábamos demasiado cansados de tanto caminar, habíamos recorrido 500km de territorio alemán sin parar, nos faltaba apoyo aéreo, nuestra línea de suministro se alargó demasiado y existía un miedo a ser rodeados por tropas alemanas que resistían el Prusia Oriental y Pomerania, así que los generales Zhúkov y Kónev detuvieron la marcha para que las otras divisiones nos alcanzaran.

Ahora nos preparamos, a 70km de Berlín, para atacar la línea defensiva de las Colinas de Seelow. Personalmente, tengo un mal presentimiento sobre esto.

A las dos de la mañana, nuestros cañones abrieron fuego sobre el frente, con eso teníamos la esperanza de acabar con la mayor parte de las tropas concentradas allí. Lamentablemente habían retrocedido antes de que comenzara el bombardeo. Al salir el sol, nos ordenaron movernos y marchamos cruzando la planicie pantanosa hasta acercarnos a la colina.

La neblina espesa que cubría la planicie no dejaba ver que había delante y lo primero que escuché fueron armas antiaéreas disparando desde lo alto de Seelow que hacían explotar nuestros tanques T-34 y ametralladoras MG-34 y 42 que masacraban a los camaradas del I Frente Ucraniano. Vitya, Dima y yo avanzamos lo más que pudimos hasta que nos ordenaron replegarnos y emprendimos la retirada hacia la posición inicial. El terror y la adrenalina dominaban mi cuerpo, el barro dificultaba el movimiento de mis piernas que sentía pesadas, duras, y los gritos de los demás soldados aumentaban el miedo. Escuche varias rondas pasar cerca de mis oídos y fue cuando pensé “hasta aquí llegué” y así fue.

Sentí tres impactos en mi cuerpo, en mi pierna derecha, en el hombro izquierdo y otra en mi espalda. Caí al piso gritando del dolor, Dima y Vitya se detuvieron para intentar sacarme de allí pero les pedí que se fueran, no se si no me oyeron o no me hicieron caso porque me tomaron de los brazos y me llevaron unos metros sobre sus hombros hasta que varias ráfagas nos impactaron repetidas veces y nos tumbamos en el barro. El primero en morir fue el sargento Vitya, en ese momento miré a Dima y antes de que mi corazón se detuviera le dije –“Gracias por acompañarme hasta acá”-. Tembloroso y aguantando asintió con la cabeza. Entonces cerré mis ojos mientras el combate continuaba y me despedí de todo.

Creo haber hecho lo mejor en todo este tiempo, ahora voy camino a reunirme con todos mis camaradas regocijándome en la gloria de haber muerto por defender la libertad de las personas.

14 de Enero de 1945, Kírov.

Señora Lébedev:

Es mi deber informarle que el día 12 de Enero de 1945, a las siete y media de la mañana aproximadamente, su hijo el cabo Alexander Lebedev murió en combate en defensa de la libertad y los derechos humanos.

Como tantos otros, su hijo sirvió con valentía en las batallas de Stalingrado, Kursk, Járkov, Budapest, Polonia y fue parte de las Fuerzas Especiales Del Ejército Rojo donde actuó de manera sobresaliente ayudando tácticamente en defensa y ataque de diferentes combates.

Sé que mis palabras no pueden compensar el dolor de una pérdida tan grande como la de un ser querido, pero tenga en cuenta que su hijo no murió en vano. Le envió mis más sinceras condolencias y le felicito por haber criado a un héroe como tantos que han luchado en esta guerra.

Iósif Stalin



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Re: Mi mibro: Una bala en un millón.

Mensaje por LARRY » 04 01 2011 22:58

Buena pluma, camarada.

A priori, he de indicarte que la fecha "24 de junio de 1945" es incorrecta totalmente: la Batalla de Stalingrado se desarrolló entre junio de 1942 y febrero de 1943, pero no en 1945, ni mucho menos.

Asimismo, los combates en la ciudad de Stalingrado propiamente dicha no comenzaron hasta el 23 de agosto de 1942, no en el mes de junio y, en el caso que describes, la toma casi total de la ciudad por parte de los alemanes se realizó a finales de septiembre y comienzos de octubre de ese mismo año.

Sólo me he leído el primer capítulo y he de destacar estos puntos que me han llamado la atención:

1.- La toma de Mamaiev Kurgan no la hicieron reclutas sin experiencia, sino fogueados Guardias Soviéticos bajo dirección del General Rodimstev (13º División de Fusiles de la Guardia Soviética), veteranos, auténticos soldados de élite.

2.- Sería conveniente que huyeses de las típicas escenas de Enemigo a las Puertas y Call Of Duty 1 que, aunque a todos nos impresionaron al verlas, ni son muy veraces (más bien nada) ni resultan medianamtente originales.

3.- Los Stuka no son Junkers Ju 109 sino 87.

4.- Eso de "elegir para la siguiente gran batalla" no me cuadra mucho. Los combates en Rusia no iban a saltos, de Stalingrado a Kursk, de Kurks a Bragation, etc. Ten en cuenta que las luchas eran continuadas y los mandos no eran adivinos.

Saludos

LARRY

Nick Ziccara
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Re: Mi libro: Una bala en un millón.

Mensaje por Nick Ziccara » 04 01 2011 23:50

Es cierto Larry,me equivoque de fecha jaja,crei haber escrito otra cosa.Gracias por los consejos,se ve que no se demasiado sobre escribir un libro y menos de los acontecimientos que relato.
Voy a tratar de cambiar lo que marcaste.

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Re: Mi libro: Una bala en un millón.

Mensaje por LARRY » 05 01 2011 00:49

Camarada, antes de escribir una novela de historia (y pasa hasta con los peores bestsellers), siempre hay que documentarse muchísimo porque, escribiendo, meter la pata es la cosa más frecuente, al tener que describir nimios detalles de la vida diaria de los personajes (mucho ojo con cosas que ahora hay pero entonces no existían) y de los acontecimientos de cada momento.

Ante todo, paciencia y detallismo.

Saludos

LARRY

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Re: Mi libro: una bala en un millón.

Mensaje por Nick Ziccara » 05 01 2011 03:06

Pero,si esas escenas no son reales,¿que fue lo que realmente paso ahi?,porque por ejemplo en paginas como Wikipedia se menciona el combate por la toma de la colina Mamaiev.Esta bien,capaz que puedo cambiar las escenas y salirme de Enemy At The Gates,porque es cierto,practicamente hice una copia de eso,pero si me respondieras la pregunta de arriba te lo agradeceria.

PD:Cada vez que miro tus medallas se me cae la quijada al piso jaja es increible la coleccion que te has hecho.Pero ¿como las consigo?

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Re: Mi libro: Una bala en un millón.

Mensaje por LARRY » 05 01 2011 10:39

Nick Ziccara escribió:¿que fue lo que realmente paso ahi?
Para responder esta pregunta, te recomiendo que leas, entre otros libros, Stalingrado, de Anthony Beevor, Últimas Cartas desde Stalingrado (tienes unas cuantas en el Foro), y Vida y Destino, novela de Vasili Grossman.

Existen, no obstante, otras muchas publicaciones al respecto y películas como Stalingrado (1993) sí que son fiables.
Nick Ziccara escribió:Cada vez que miro tus medallas se me cae la quijada al piso jaja es increible la coleccion que te has hecho.Pero ¿como las consigo?
Pues... con unos tres años de servicios al Foro publicando artículos sin descanso y participando día a día, con más de 8.000 mensajes; a esas alturas ya te habrán caído veintitantas medallas :lol:

Saludos

LARRY

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Re: Mi libro: Una bala en un millón.

Mensaje por Blitz Panzer » 06 01 2011 16:57

Nick, me pareció muy buen relato. Principalmente me gustó el final. Muy heroico.

Quizás quieras releerlo porque en algunas partes, me parece, que no están bien conjugados los verbos, pero solo en pocas ocasiones.

Ah, otro consejo: Quizás te pasas un poco con los detalles cuando describes las paredes y casas diciendo que es de un metro de alto y de 70 centímetros de ancho. Pero igual eso ayuda a imaginarse la situación.


Solo son consejos, no creas que estoy criticando tu libro porque me ha gustado mucho.

Un saludo
"Lo importante no es lo que hicieron de nosotros, sino lo que nosotros hacemos con eso que hicieron de nosotros." Jean Paul Sartre

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Re: Mi libro: Una bala en un millón.

Mensaje por Erwin Rommel » 07 01 2011 02:37

Camarada Mariscal Von Bock.


Permíteme una apreciación.

No resulta muy conveniente ni elegante publicar en el hilo de un camarada del Foro un mensaje que dirija a un relato tuyo propio, como forma de llamar la atención hacia él. Todos los usuarios del Foro reciben notificación automática de los nuevos temas, de manera que quien lo desee ya se pasará por tu relato recién publicado.

Cosa diferente es crear un tema y enlazar a otros temas del Foro que traten cuestiones parecidas o complementarias: por ejemplo, si escribes un tema sobre un personaje enlazar con un tema del Foro donde se habla de la unidad en la que sirvió dicho personaje.

Dejo tu mensaje sin editar y te invito a reflexionar al respecto.


Saludos
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Re: Mi libro: Una bala en un millón.

Mensaje por Blitz Panzer » 07 01 2011 03:02

Tienes razón Erwin Rommel. No lo pensé muy bien al publicarlo. Ya mismo edito el mensaje.

Saludos y perdón camaradas. No fue mi intención rebajar el foro ni el mensaje del camarada Nick ni el de ninguno.
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