De Berlín a El Agheila; El Proceso de Implicación Alemana en África

Descripción: Si uno se fija en la historia militar de Alemania, no hay nada más ajeno a ella que un cuerpo expedicionario al otro lado del mar.

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De Berlín a El Agheila; El Proceso de Implicación Alemana en África

Mensaje por JVB » 16 06 2014 20:33

DE BERLÍN A EL AGHEILA

EL PROCESO DE IMPLICACIÓN ALEMANA EN ÁFRICA

Si uno se fija en la historia militar de Alemania, no hay nada más ajeno a ella que un cuerpo expedicionario al otro lado del mar. Con esto no queremos decir que semejante cosa no haya sucedido nunca. Los alemanes ejecutaron una interesante campaña colonial en su África Oriental durante la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, pero fue una excepción al hecho de que la actividad militar germana ha residido casi siempre en Europa, que es donde ha conseguido sus victorias.
Los Cañones del Königsberg, en África Oriental AlemanaLos Cañones del Königsberg, en África Oriental Alemana
La de 1914 – 18 no fue la única de estas anomalías, ni la más reciente. A primeros de 1941 un cuerpo expedicionario alemán desembarcó en el Norte de África para cubrirse de gloria, y en dicha ocasión no lo hizo con la mera intención de luchar una guerra de hostigamiento contra la potencia colonial británica, sino con la intención de obtener una serie de victorias estratégicas que ayudaran a derrotar a dicha potencia. Tal vez pudo haber sido así.

El presente artículo pretende, con toda humildad, hacer un breve esbozo de los acontecimientos estratégicos, operacionales y tácticos que llevaron a Alemania a inmiscuirse en una guerra en África en contra de su costumbre militar. Para ello nos fijaremos en los tres niveles en que se encuadran los acontecimientos militares: el estratégico, íntimamente entremezclado con la política; el operacional, que es el movimiento de los ejércitos y que en nuestro caso tendrá que ver con la derrota italiana en Egipto y Libia; y finalmente en el táctico, las primeras acciones en África de una leyenda apellidada Rommel, y cómo consiguió desmontar por completo el entramado creado por sus superiores. El marco temporal en el que vamos a fijarnos empieza el 10 de junio de 1940, con la entrada en guerra de Italia y la inminente derrota de Francia; y termina el 31 de abril de 1941, con el ataque a Marsa el Brega y el despegue definitivo de Rommel hacia el estrellato.
La Firma del Armisticio Franco-AlemánLa Firma del Armisticio Franco-Alemán
Para ello dividiremos el presente artículo en dos partes: Roma contra Berlín, donde la acción fundamental se llevará a cabo en las cancillerías y la atención se centrará en la “guerra paralela” ejecutada por los socios del eje; y Rommel contra Gariboldi, en la que trasladaremos el foco al escenario norteafricano y explicaremos como las intenciones iniciales de las cancillerías se vieron torcidas por uno de los oficiales generales más dinámicos de la historia.

Finalmente, es necesario advertir que, aunque se han empleado otras muchas fuentes y los razonamientos y opiniones son propios, el presente artículo bebe fundamentalmente de dos obras, citadas en la bibliografía, que son la de Vincent Arbaretier, quien hace un magnífico trabajo sobre la implicación alemana en el espacio estratégico Mediterráneo; y Mario Montanari, del Servicio Histórico del Ejército Italiano, que son, probablemente por razones idiomáticas, los grandes olvidados en lo que a fuentes se refiere.

Roma contra Berlín

La guerra paralela
Las Bazas Alemanas y el Mediterráneo
La Crisis de Finales de Otoño
El fin de la guerra paralela
El acuerdo
Del Sperrverband a la División Ligera
¿Dónde establecer la línea defensiva?


Rommel contra Gariboldi

El 6 de febrero de 1941
De Roma a Trípoli
Las primeras diferencias
El despliegue de las tropas
Primer contacto
¿Y el enemigo?
Un nuevo salto adelante
El primer plan para una ofensiva en mayo
El segundo plan para una ofensiva en mayo
El Agheila
Rommel desencadenado

Conclusiones (para debatir)



Roma contra Berlín


La guerra paralela

En el “Libro Secreto de Hitler”, al parecer su segunda obra, en la que detallaba, entre otras cosas, sus planes de expansión para Alemania, el futuro dictador solo pensaba en dirigirse hacia el Este y el Oeste; en ningún momento pareció interesarse por la dirección sur, situación que quedó confirmada cuando llegó al poder y se asoció con el dictador fascista italiano Benito Mussolini, quien si estaba interesado en el sur pues quería hacer del Mediterráneo un nuevo “Mare Nostrum”.
Adolf HitlerAdolf Hitler
Sin salirse de este programa, Hitler provocó una crisis europea tras otra hasta dar con la guerra, que le fue declarada el 3 de septiembre de 1939 a raíz de su invasión de Polonia. Sin duda, en aquel momento algunas miradas se giraron hacia Italia. ¿Qué haría el aliado meridional de Alemania? Inicialmente este decidió esconderse en la no-beligerancia, haciendo renacer de paso el complejo de 1914, nacido del abandono de sus aliados de las potencias centrales para declararles la guerra al año siguiente. Sin embargo esta vez iba a ser diferente pues tras intensas dudas y duras presiones Mussolini entendió que la fulminante campaña francesa de mayo de 1940 estaba a punto de terminarlo todo sin que él consiguiera nada, y entró en la liza. Solo quería unos pocos muertos para poder sentarse a la mesa de negociaciones; obtendría los unos, pero no se sentaría en la otra.

En el discurso Mussoliniano del 10 de junio de 1940, anunciando a su pueblo la declaración de guerra, hay una aparente contradicción: “En una reunión memorable, que tuvo lugar en Berlín, dije que según las leyes de la moralidad fascista, cuando uno tiene un amigo marcha con él hasta el fin. Esto hemos hecho con Alemania, con su pueblo, con sus maravillosas fuerzas armadas”, rezan los últimos compases, en perfecta disimetría con su párrafo sexto, que explicando otros motivos por los que Italia entraba en guerra dice: “tomamos las armas para, tras haber resuelto el problema de nuestras fronteras terrestres, resolver el problema de nuestras fronteras marítimas; queremos romper las cadenas territoriales que nos asfixian en nuestro propio mar; pues un pueblo de cuarenta y cinco millones de almas no es verdaderamente libre sin libre acceso al océano” [en ambos casos, historical resources]. ¿Solidaridad o interés? ¿Italia entraba en guerra para marchar con su amigo hasta el fin o para resolver el problema de sus fronteras marítimas una vez resuelto el de sus fronteras terrestres?

Uno podría pensar que por ambas cosas, sin embargo, y a pesar de sus palabras de solidaridad con Alemania, el Duce volcó sus esfuerzos hacia el sur, al Mediterráneo, justo en la dirección que no interesaba a Hitler. Dicho esto, no es difícil razonar que lo hizo porque precisamente allí, en el Mediterráneo, se extendía una de las principales regiones coloniales del único enemigo que le quedaba entonces a Alemania, el Reino Unido, así que vuelve a surgir la duda. ¿Tuvo que ver la campaña Mediterránea con un genuino intento de ayudar a Alemania a ganar la guerra? Hay varios hechos que nos llevan a pensar que no: el interés italiano en hacerse con las colonias francesas del Norte de África, un interés que siguió muy vivo después del armisticio del 22 de junio; el injustificado ataque a Grecia desencadenado por Mussolini el 28 de octubre; y la “guerra paralela”.
Benito MussoliniBenito Mussolini
Ya nos hemos acercado a ello, pero vamos a insistir un poco más en este último concepto. Lo que sucedió entre el 10 de junio de 1940 y el momento en que Italia decidió colaborar estrechamente con, en realidad subordinarse a, la guerra alemana, fue que cada uno de los dos países gestionó su propia contienda y dirigió sus propias operaciones militares no solo sin contar con el otro, sino incluso negándose a permitir colaboración alguna. Desde el punto de vista diplomático-militar esta realidad se concretó en que ambas naciones se limitaron a enviar Estados Mayores de enlace a la otra sin más prerrogativas que la de informarse e informar; lo que llevó al Vizeadmiral Weichold (Jefe del Estado Mayor de Enlace de la Deutsche Kriegsmarine en Roma) a quejarse, a primeros de septiembre de 1940, de que no le era posible acceder directamente a los almirantes italianos, sino que tenía que hacerlo a través de un oficial de enlace; y desde el punto de vista político-estratégico, igual que Mussolini no informó a Hitler de que estaba invadiendo Grecia hasta el día mismo del ataque, Alemania, aunque posteriormente informó a Italia de la preparación del Plan Marita contra Grecia, no hizo lo mismo con sus intenciones de invadir la Unión Soviética.
El Vizeadmiral Eberhard WeicholdEl Vizeadmiral Eberhard Weichold
Esta falta de colaboración se convirtió en un lastre importante para el eje, pues durante unos meses dejó uno de los frentes más prometedores contra el único enemigo activo que le quedaba en manos del más débil de sus socios.


Las Bazas Alemanas y el Mediterráneo.

Cuando Francia cayó derrotada Alemania e Italia se encontraron con que solo un enemigo se les oponía aún, el Reino Unido y su Commonwealth. Derrotarlo planteaba un problema estratégico importante pues su centro neurálgico, las islas británicas, se hallaba atrincherado tras el Canal de la Mancha, y su principal baza defensiva, la marina, era más poderosa que sus equivalentes del eje; así que a primera vista, parecía inalcanzable.

Contra este enemigo había cinco líneas de acción posibles:

- Un asalto directo, la Operación Seelowe, cuyo protagonismo debía ser del ejército y que no pudo llevarse a cabo por la falta de control del cielo y por la carencia de unidades navales de desembarco.

- Una guerra de bombardeo -era la opción de la Luftwaffe- que destruyera la capacidad fabril de las islas, sobre todo en lo que a alimentación y armamento se refiere, para reducirlas a la impotencia antes de asaltarlas. Ya sabemos cómo terminaron las operaciones para sojuzgar a la Royal Air Force, así que no entraremos a evaluar como hubiera podido salir esta campaña, cuyos resultados solo hubieran podido apreciarse a largo plazo.

- Un estrangulamiento naval, que era la opción del Admiral Dönitz, al mando del arma submarina. Esta opción también debía ser a largo plazo, y pretendía sojuzgar a las islas cerrando sus líneas de comunicaciones con el exterior.

- La creación de un “bloque continental”, euroasiático que se negara a comerciar con el Reino Unido y lo dejara fuera de Europa. Era sin duda la opción más pacífica, y también la más imaginativa pues había que tener gran capacidad de autoengaño para estar seguro de que la Unión Soviética, a la que los diplomáticos querían incluir en esta opción, colaboraría voluntariosamente.

- Finalmente, queda la opción Mediterránea, que es en la que nos vamos a centrar ahora.

MAPA 1. Las Opciones AlemanasMAPA 1: Las Opciones Alemanas
A la hora de definir cuales se consideraron en Alemania que podían ser los beneficios de una campaña en el Mediterráneo, debemos empezar por ceder la palabra a algunos de los protagonistas de la época.
El Generaloberst Alfred JodlEl Generaloberst Alfred Jodl
El 30 de junio –como observará el lector, muy poco después de la rendición de Francia y antes de que se pensara en cancelar el ataque contra Inglaterra- el Generaloberst Jodl emitió un memorando que decía: “El combate contra el Imperio Británico solo puede ser llevado a cabo pasando por, o en el interior de, los países que tienen interés en la caída de la preponderancia inglesa en el mundo, y que codician heredar sus territorios. El levantamiento de estos Estados es una cuestión política; el apoyo militar limitado a Italia y España entra dentro de lo posible. Además, podría ser cuestión de ayudar a los países árabes. La acción más eficaz [para Alemania] debería ser una operación italiana de ataque contra el Canal de Suez, que unida a la toma de Gibraltar, despejaría el Mediterráneo” [citado en Arb 31] Como se puede ver, los alemanes habían decidido hostigar a los británicos en otros frentes incluso mientras se preparaba la invasión de las islas; y para ello pretendían colaborar con los italianos en un ataque contra el Canal de Suez.

Era una idea juiciosa pero el primero que la desechó fue Hitler, quien además introdujo una alternativa nueva en la ecuación, una que tenía poco que ver con el Reino Unido, porque estaba orientada hacia el este. El 21 de Julio solicitó a von Brauchitsch que estudiara el problema y le preparara planes para una campaña contra la Unión Soviética. A todas las opciones anteriores acababa de surgirles un duro competidor, que acabaría derrotándolas tanto a ellas como a la propia Alemania.
Grossadmiral Erich RaederGrossadmiral Erich Raeder
Pero mientras tanto, y probablemente debido a que tenía muy poco que hacer en el este, fue precisamente la Deutsche Kriegsmarine, y más concretamente su Comandante en Jefe el Grossadmiral Raeder, quienes, dado que no eran rivales para la flota de superficie británica y aprovechando que tenía la misión de cercenar sus comunicaciones navales, empezaron a abogar por una acción en un espacio restringido, como el Mediterráneo. Para entender la idea que circulaba por los ámbitos navales vamos a remitirnos a las palabras del Fregattenkäpitan Wagner (Agregado Naval Alemán en Roma). Escribió: “Resulta que el dominio del Mediterráneo tendrá una importancia estratégica extraordinaria para la prosecución de la guerra… Esto no solo tendrá como consecuencia un refuerzo eficaz de las capacidades militares italiana y alemana, sino que también ofrecerá una posición de partida mejor para el combate decisivo y definitivo contra la metrópoli británica, y además alcanzará a las mismísimas fuentes del poderío del Imperio Británico. Una vez alcanzados o amenazados los puntos vitales del mismo, es bastante posible que la Gran Bretaña se vea llevada a abandonar la lucha… Es, de hecho, necesario preparar estas operaciones lo antes posibles, y comenzar su ejecución sin retraso una vez que se haya tomado la decisión de aplazar la operación Seelöwe” [Citado en Arb 31].

Poco después de que Wagner redactara estas notas, el Vizeadmiral Weichold, quien nada más llegar a su puesto el 2 de julio –con la misión oficial de aprovechar intercambios de vista fructuosos entre las dos oficinas y la real de mostrar a la marina italiana el camino correcto a seguir- había empezado a estudiar la situación en el Mediterráneo, indicaba: “con respecto al problema de llevar a cabo una guerra defensiva en el Mediterráneo Oriental, los británicos utilizan Malta no solo como punto de paso, sino también como punto de reabastecimiento. Malta es además una amenaza importante contra el flanco de las líneas de suministro italianas que van hacia Libia, que exige que se implemente un sistema constante de escoltas para proteger a los mercantes. También es igualmente el punto de partida de los aviones de reconocimiento británicos en el mediterráneo, así como de las acciones ofensivas contra los puntos de apoyo y las unidades italianas en dicho mar, incluidos los submarinos, que se ven obligados a navegar efectuando un rodeo, lo que los retrasa considerablemente. La puesta fuera de combate de Malta es una condición <sine qua non> para cerrar el acceso británico hacia Sicilia y proteger la retaguardia de Europa Occidental antes de iniciar una acción cualquiera hacia el este… es una espina clavada en la carne italiana… hay que poner Malta fuera de combate mediante ataques aéreos, barreras de minas; mediante comandos o, si no, mediante un verdadero asalto anfibio” [Arb 37].
El Puerto de Valletta, Malta, Objetivo a NeutralizarEl Puerto de Valletta, Malta, Objetivo a Neutralizar
Así pues, como podemos ver, Jodl había planteado la necesidad de actuar contra Suez y Gibraltar y Wagner las virtudes de atacar puntos vitales del imperio británico desde el mediterráneo. Sin embargo, muy poco después, Weichold pasó a referirse a una estrategia defensiva, encuadrando en ella la necesidad de neutralizar Malta para proteger la retaguardia antes de un ataque hacia el este. Era un signo de la nueva orientación militar que estaba tomando el Reich. De todos modos ninguno de los tres consiguió nada, ya que Hitler se atuvo a la idea de guerra paralela y rechazó casi de plano la idea de intervenir en el Mediterráneo. Y si decimos “casi” fue porque al menos acepto ofrecer a su aliado, con mucha cautela para no ofenderlo, la intervención de un cuerpo acorazado. El 5 de septiembre Jodl envió una nota al Generale di Divisione Marras (agregado militar italiano en Berlín y Copenhague), comunicándole la oferta; que iba a quedar sin respuesta durante un tiempo, porque Mussolini pretendía ampliar su imperio colonial por sí mismo.

Lo cierto es que las semanas siguientes parecieron dar la razón al dictador italiano: el 13 de septiembre sus tropas en Libia, bajo el mando del Maresciallo Rodolfo Graziani, invadieron Egipto y capturaron Sollum, llegando a Sidi Barrani el 16; mientras que el 17 Alemania daba por perdida la Batalla de Inglaterra y renunciaba a Seelöwe. Pero fue una razón efímera, porque tras llegar hasta Maktila, un poco más allá de Sidi Barrani, la ofensiva de Graziani se detuvo, y el intento italiano de “desriñonar” Grecia desencadenado el 28 de octubre, no tardó tampoco en convertirse en el inicio de un nuevo desastre. Finalmente los italianos tuvieron que replantearse la oferta alemana y contestar afirmativamente, pero iba a ser un “si” a regañadientes que quedó demostrado por la poca cordialidad y las negativas contestaciones que recibiría el General von Thoma durante su viaje de inspección al norte de África de primeros de noviembre, donde llegarían a decirle que el terreno no era adecuado para el uso de carros de combate.
El General von Thoma, a Quien los Italianos Explicaron Que el Terreno no era Apto para CarrosEl General von Thoma, a Quien los Italianos Explicaron Que el Terreno no era Apto para Carros
La Crisis de Finales de Otoño

La situación italiana en el Mediterráneo Central y África hasta el mes de noviembre no puede considerarse demasiado buena. La Royal Navy había conseguido vencer en los primeros combates, como los de Punta Stilo y el Cabo Spada, y las tropas italianas en Libia habían tenido que detenerse en torno a Sidi Barrani. El Kriegstagebuch del General Franz Halder nos indica bastante bien como veía Hitler las cosas el 4 de dicho mes:

14:20 Führer (presentes: Keitel, Jodl, Deyle, Schmundt, Engel, ObdH y yo mismo):

1.) Libia: El Führer se ha formado la siguiente opinión.
a. Hace falta más tiempo del que pensamos al principio. Ya no podemos contar con que los italianos empiecen su ataque hacia Mersa Matruh antes de finales de diciembre. Pero tras esto el ataque se verá retrasado nuevamente por los plazos necesarios para preparar suministros de agua, construir carreteras, etc. (Tres meses). Entonces llegará la estación cálida. Nada puede hacerse antes del otoño de 1941.
b. Italia nos ha informado de que necesita Trípoli como base de suministros propia, y le gustaría que utilizáramos Túnez como base.
c. Tiene poca confianza en los generales italianos. Italia solo nos quiere “para ahorrarse la sangre de sus propios soldados”.
d. Desde el punto de vista operacional, es peligroso utilizar tropas alemanas en operaciones a través de un mar que no controlamos, y junto con un aliado que no hace todo lo posible para mantener dicho mar abierto.
[Halder KTB Vol V]

Como puede deducirse de estas notas, a raíz del “si” a su oferta de ayuda el Führer había decidido mostrarse tan desconfiado como cauto, y con cierta razón porque la suerte de las armas italianas estaba a punto de empeorar. Durante los primeros diez días de noviembre empezaron a desembarcar tropas británicas en Creta, liberando fuerzas griegas para que fueran enviadas al continente; en la noche del 11 al 12 un fantástico ataque aeronaval al puerto de Tarento dejó fuera de combate un porcentaje importante de la flota italiana; y el 14 los griegos lanzaron una ofensiva hacia el interior de Albania. Mientras tanto, en África, lo más que podía prometer Graziani era que a mediados de diciembre relanzaría la ofensiva en Egipto.

Teniendo en cuenta el panorama al que se enfrentaba sus aliados y a falta de un entendimiento, los alemanes empezaron a implicarse en el Mediterráneo, pero por su cuenta y siguiendo adelante con la guerra paralela. El 12 de noviembre Hitler emitió su Directiva Nº 18, en la que se especificaban cuales debían ser las relaciones con la Francia de Vichy y, sobre todo, los planes para tomar Gibraltar; en ella no se hacía mención alguna a Albania ni África, y además se indicaba específicamente que “no se prevé la cooperación de Italia” [Exordio]. El aliado quedaba pues excluido de las operaciones para cerrar el Mediterráneo occidental. Alemania actuaría por su propia cuenta.
Gibraltar durante la guerra, fue una de las Bases fundamentales de los británicosGibraltar durante la guerra, fue una de las Bases fundamentales de los británicos
Sin embargo era necesario, incluso los alemanes fueron conscientes de ello, dar alguna indicación de lo que pretendían hacer en un escenario que Mussolini se había reservado para si mismo, y con este fin se convocó, el 15 de noviembre, una reunión en Innsbruck, donde el General Keitel explicó al Maresciallo Badoglio las intenciones de la directiva 18 y se acordó que los italianos retiraran sus fuerzas navales de Burdeos y las unidades aéreas que habían estado colaborando con la Batalla de Inglaterra para reforzar sus dispositivos en el Mediterráneo Central. Aunque aquella hubiera sido una excelente ocasión para establecer algún tipo de colaboración, no se llegó, sin embargo, a acuerdo alguno en este sentido. Según Warlimont la razón fue que Mussolini y sus generales habían decidido reservarse sus teatros de operaciones en exclusiva. Tal vez este solo fuera un comentario despectivo y parcial, pero por otro lado, la existencia de una decisión exclusivista al más alto nivel es evidente desde el momento en que en la reuniones sostenidas el 18 y el 20 de noviembre en Berghof y Viena entre Hitler y el Conde Ciano (Ministro Italiano de Asuntos Exteriores), este informó al Führer de que “Italia no necesita la ayuda alemana” [citado por Arb 40]

Las cosas evolucionaron. El 21 de noviembre los griegos tomaron Goritza y el 4 de diciembre Pogradec; mientras que el 27 de noviembre la escuadra italiana era derrotada de nuevo en el combate del Cabo Spartivento. Estos acontecimiento provocaron que en su reunión del 5 de diciembre de 1940 el OKW se vio obligado a ampliar la directiva nº 18 de Hitler, concretando futuras intervenciones en el Mediterráneo que implicaban un aumento de la intervención germana en sus cuencas Central y Oriental. Estas consistirían en:

- Guerra aérea contra la flota británica, en el Mediterráneo Oriental, a partir del 15 de diciembre. Para ello se decidió trasladar el X Fliegerkorps de Noruega a Sicilia.

- Ataque contra Gibraltar, a primeros de febrero.

- Y operaciones contra Creta a partir de primeros de marzo, en el mejor de los casos, o de finales de abril en el peor.

Gracias a estas medidas, Hitler esperaba hundir la flota inglesa en el Mediterráneo en el transcurso de 3 – 4 meses.
HMS Illustrious, uno de los Florones de la Mediterranean FleetHMS Illustrious, uno de los Florones de la Mediterranean Fleet
A pesar de haber afirmado que no necesitaban ayuda, en cuanto los italianos supieron que los alemanes iban a enviar un cuerpo aéreo al Mediterráneo empezaron a presionar para que este fuera empleado contra los griegos en Albania. Esta solicitud no solo iba contra la intención original de Hitler, sino que además hubiera supuesto, “de facto”, una declaración de guerra de Alemania contra Grecia, cosa que los germanos aún no querían. Tras algunas discusiones la solución adoptada fue salomónica: 40 aviones marcharían a apoyar la campaña italiana en Albania, entre ellos el Grupo de Transporte “Foggia” y algunos aviones de caza para proteger el espacio aéreo (entrarían en acción el 9 de diciembre); pero no se enviaría ningún bombardero.

Sin embargo hacía falta tiempo para poner en marcha estas ideas, y mientras tanto la situación del eje no mejoraba. El 8 de diciembre el Admiral Canaris (jefe de la Abwehr) certificó que España no se iba a implicar en la guerra y hubo que abandonar el proyectado ataque a Gibraltar; y el 9 de diciembre comenzó la operación Compass, la ofensiva del Lieutenant-General O´Connor (comandante en Jefe de la Western Desert Force) en el Norte de África que iba a destrozar a los ejércitos italianos. Mientras el eje recorría este vía crucis, la marina alemana hizo un inaceptable último intento por enderezar la situación cuando el 11 de diciembre el Admiral Fricke (jefe de operaciones) propuso que la marina italiana fuera puesta bajo mando alemán para hacerla actuar más dinámicamente, Hitler la rechazó, como hubieran hecho sin duda los italianos; a pesar de lo cual en los días siguientes el Vizeadmiral Weichold intentó obtener lo mismo directamente de las autoridades italianas, con, como era de esperar, el mismo éxito nulo. La consecuencia de estas negativas fue que la Deutsche Kriegsmarine decidió dar por perdido el Mediterráneo y el 20 de diciembre el Fregattenkäpitan Heinz Assman recibió la orden de planificar el traslado del esfuerzo naval alemán hacia el Atlántico.


El fin de la guerra paralela

Sin embargo, en lo que a los esfuerzos en tierra se refiere, la situación había tocado fondo y, al menos en los despachos, estaba empezando a mejorar. A primeros de mes el Generale di Divisione Soddu dijo a Von Rintelen que, dada la situación en Albania, la guerra paralela tenía que terminar, y poco después, el 13 de diciembre, se acordó en Berlín la primera gran acción en apoyo directo del aliado italiano, la Operación Marita.
El Generale Ubaldo SodduEl Generale Ubaldo Soddu
Dicho esto, ha llegado el momento de abandonar el escenario balcánico, que empieza a desviarse por su propio camino, para centrarnos a partir de ahora en el Mediterráneo Central y en el Norte de África, donde una de las fechas claves va a ser el día 20 de diciembre.

Recordará el lector que Hitler había ofrecido tropas blindadas a Mussolini, y que estas habían sido inicialmente rechazadas; recordará también como la misión de Von Thoma para estudiar la guerra en el desierto había recibido muy poco apoyo. Sin embargo, como ya hemos visto, las cosas habían cambiado mucho desde entonces y los italianos decidieron pedir ayuda en serio para el Norte de África. Aquel día 20 Von Rintelen fue convocado por el Generale Guzzoni. Primero, este le informó de que Bardía y Tobruk, en Libia, se daban por perdidas, y que aunque se esperaba establecer una fortaleza poderosa en Derna, Trípoli iba a convertirse en el punto focal del dispositivo defensivo italiano en África. A continuación le trasladó las siguientes solicitudes del gobierno italiano:

- Material alemán para equipar diez divisiones; los alemanes acordarían cederles material de presa obtenido en sus campañas anteriores.

- Materias primas para la industria de guerra; la respuesta que sí, pero a cambio de un pago y de que todas las solicitudes se centralizaran a través de un solo organismo, para evitar duplicidades.

- Y una o dos divisiones panzer para llevar a cabo una defensa activa de la capital del imperio colonial italiano en África del Norte. Este es, desde el punto de vista de nuestro artículo, el punto crucial.

Es de imaginar que el correspondiente telegrama de Von Rintelen debió causar cierta sensación en Berlín, los aliados italianos se decidían por fin a solicitar formalmente fuerzas acorazadas y ayuda alemana, era el principio del fin de la guerra paralela.
Albert Kesselring, Enno von Rintelen y el Príncipe HumbertoAlbert Kesselring, Enno von Rintelen y el Príncipe Humberto
El 22 de diciembre, Rintelen volvió a reunirse con Guzzoni y le comunicó que las divisiones acorazadas alemanas podrían empezar a partir hacia el frente en 10 – 12 semanas, pero que el OKW había mostrado cierta perplejidad tanto ante la cuestión del transporte marítimo como ante la posibilidad de su uso en acciones defensivas. Guzzoni le tranquilizó en parte indicándole que, por supuesto, los convoyes viajarían bien escoltados, y que las divisiones serían empleadas para pasar a la ofensiva en el momento en que los británicos hubieran prolongado su esfuerzo sobre la distancia suficiente como para encontrarse en una situación crítica en lo que a los suministros se refiere. No obstante también añadió que las divisiones podían utilizarse también para defenderse de un eventual peligro proveniente del oeste, del África del Norte francesa, afirmación que no dejaría de inquietar a los alemanes pues Vichy era neutral y los italianos llevaban largo tiempo queriendo hacerse con Túnez.


El acuerdo

Sin embargo no era en Roma donde se debían acordar las cosas, sino en Berlín. El 28 de diciembre el Generale di Divisione Marras hizo ante el OKW la siguiente descripción de la situación en Libia: “En el África del Norte italiana la situación es la siguiente: actualmente la Cirenaica no puede ser conservada, y sin la ayuda alemana será toda el África del Norte italiana la que se perderá; y es seguro que esto perjudicará al conjunto del eje. También en este caso [Marras acababa de hacer una descripción de la situación en Albania] bastaría con que Alemania enviara una unidad para dar un vuelco inmediato a toda la situación. Igual que en Albania, esta intervención tendría un impacto moral importante no solo sobre los italianos sino también sobre los británicos en Egipto y sobre los franceses en África del Norte” [Arb 42, nota 1] En ella se mezclaban tanto el pesimismo más agudo como la adulación más absoluta; y los italianos habían pasado de no necesitarlos a depender por completo de los alemanes.

Dos días después, en una reunión con el Generaloberst Jodl en la que también se hallaba presente el Generale di Brigata Gandin, el primero expuso con total sinceridad al segundo y a Marras que los alemanes estaban dispuestos a intervenir en el momento más útil, pero que no querían verse metidos en una situación en que el prestigio que habían ganado con las armas pudiera quedar comprometido; haciendo referencia a continuación, irónicamente, a la renuncia hecha tiempo atrás por Roma a la división ofrecida en su momento, que calificó como una “crisis de confianza”. Sin embargo esta última afirmación era solo para achantar a sus orgullosos aliados, tal vez un primer paso en la toma alemana de control del escenario Mediterráneo, y a continuación sugirió que, dada la situación, se podía enviar una Sperrverband, una fuerza de bloqueo, para detener a los británicos, a la que se añadirían unos pocos blindados y minas suficientes para proteger largos tramos del frente.

Sin duda la propuesta no debió de acabar de convencer a Gandin. Tal vez este consideró que, puestos a vender su orgullo, era mejor venderlo al precio más alto posible, e insistió en que las cosas iban muy mal en África y que la única forma de repeler a los británicos eficazmente pasaba por el envío de dos divisiones acorazadas; una idea con la que Jodl se mostró de acuerdo: 250 carros de combate dijo que hacían falta en realidad, pero esta decisión debía tomarla Hitler, que se hallaba en Berchtesgaden.

Posteriormente la conversación descendió a niveles más prácticos: ¿Cuándo? La primera unidad podía estar en Nápoles tres semanas después de que se tomara la decisión definitiva; y ¿Cómo? Los materiales serían transportados a África a bordo de los 18 mercantes alemanes que se hallaban en puertos italianos, mientras que los hombres serían trasladados a bordo de buques de guerra. Finalmente Jodl añadió que la resistencia de Bardía, que aún no había sido capturada por los británicos, era de extrema importancia para retrasar al enemigo y dar tiempo a las fuerzas alemanas para llegar y prepararse antes de verse asaltadas por las fuerzas aliadas. También volvió a surgir la cuestión de una ofensiva de los franceses del Norte de África contra Trípoli, pero el alemán tranquilizó a sus aliados al respecto. Vichy estaba bajo control.
Soldados Italianos Rindiéndose a los Australianos tras la Captura de BardiaSoldados Italianos Rindiéndose a los Australianos tras la Captura de Bardia
Podemos decir pues que diciembre terminó en acuerdo: los alemanes enviarían tropas a África y armamento y materias primas a Italia. Vamos a dejar aquí estas dos últimas cuestiones, que nuevamente se desvían del tema principal de este artículo, y vamos a centrarnos en el que pronto sería el Deutsches Afrika Korps.


Del Sperrverband a la División Ligera

Ahora había que concretar un poco más que tropas se enviarían, y a qué peligros tendrían que enfrentarse.

Pero antes de abordar estas cuestiones hemos de referirnos al control del Mediterráneo Central, necesario al menos en parte para asegurar un traslado sin incidentes. Con respecto a este asunto, el Vizeadmiral Weichold llevaba propugnando iniciativas como la neutralización de Malta y el cierre del canal de Sicilia con Minas y unidades navales ligeras desde diciembre. Desgraciadamente, los italianos se negaban a minar el estrecho de Sicilia por el riesgo que ello suponía para su propia navegación mercante y pesquera y la neutralización de Malta había sido encomendada a los medios aéreos disponibles sobre el terreno; así que el marino alemán tuvo que volver a la antigua idea de que los buques italianos tenían que salir a disputar el mar a la Royal Navy, afirmando que era mejor que fueran destruidos combatiendo que cazados uno a uno en sus puertos y que debía organizarse un mando conjunto italo-alemán, bajo dirección germana, para dirigir las operaciones en el Mediterráneo. Comprensiblemente, ninguna de estas propuestas fue aceptada por los italianos; y al final el mar seguiría estando en disputa durante la campaña, con las consiguientes pérdidas de mercantes y de sus preciosas cargas.

Otra cuestión previa a resolver fue la “crisis de confianza”, retomando la acusación hecha por Jodl, que sacudió entonces a Hitler, motivada por la fría actitud que habían mostrado en los últimos tiempos los generales italianos ante sus colegas alemanes. Claro que ¿Qué se podía esperar de unos hombres derrotados en todos los frentes y obligados a mendigar la ayuda de un aliado triunfante al que habían rechazado anteriormente? Por eso, a primeros de enero el Führer envió al Príncipe de Hesse para inquirir sobre cuál era el verdadero estado de ánimo del Duce con respecto a él. La respuesta podemos hallarla en el Diario de Ciano: “He contestado que nunca como hoy el Duce se siente agradecido a Hitler por su solidaridad y su amistad. Respuesta que se ajusta un cien por cien a la verdad” (3 de enero de 1941) [Cia 510].

El 6 de enero, capituló Bardía, y unos días después Hitler tomó por fin la decisión de enviar a Libia una unidad de no más de 8.000 hombres, el Sperrverband Libien, que según una nota del OKW del 11 de enero estaría compuesto por:

- El Estado Mayor de la 3. Panzer Brigade.
- Una Compañía de Transmisiones.
- El Panzerjäger Abteilung 605. (cañones autopropulsados de 47 mm)
- El Panzerjäger Abteilung 39. (cañones autopropulsados de 37 mm)
- El 1./ Panzer Regiment 1 (1ª cía, del 1er Regimiento, con 18 Pz III y 12 Pz II)
- El Panzerjäger Abteilung 559. (cañones autopropulsados de 37 mm)
Panzerjäger I, como los que empleó el Abteilung 605Panzerjäger I, como los que empleó el Abteilung 605
Además, se enviarían también:

- El Aufklärungs Abteilung 3 (menos el escuadrón de reconocimiento a larga distancia)

- Y la 1. Pionier Kompanie.

El día antes, Von Rintelen había comunicado al Generale Guzzoni la decisión de enviar a Libia una unidad equipada con carros. Ambos acordaron entonces que esta embarcaría después de que partieran las divisiones acorazadas y motorizadas italianas que el Comando Supremo había decidido ya trasladar a Libia. En esta reunión se introdujo, no obstante, una salvedad: sólo embarcaría si en el momento de hacerlo el mando italiano seguía considerándolo deseable. Es decir, que la decisión aún no parecía definitiva.

Pero faltaba poco. El 19 y el 20 de enero Mussolini y Hitler se reunieron en Berchtesgaden y acordaron el abandono definitivo de la guerra paralela y la integración de la gestión italiana de la guerra dentro de la alemana. Ambos dictadores iban acompañados de sus jefes militares –Guzzoni por la parte italiana y Keitel y Jodl por la alemana- quienes en una reunión aparte tomaron una serie de decisiones clave:

- La unidad alemana partiría a África después que la división acorazada Ariete y antes que la división motorizada Trento (se adelantaba el plazo, el traslado empezaría pasado el 15 de febrero).

- La unidad ya no sería una Sperrverband, sino una división ligera al completo (la decisión había sido tomada por Hitler anteriormente ese mismo día 20 en una de sus conferencias de situación).

- Su comandante en jefe, el Generalmajor Von Funck, partiría de inmediato a reconocer el terreno y a su vuelta informaría de si consideraba adecuada la estructura acordada para la división (ver infra).

Según lo previsto en aquellas reuniones, la división ligera estaría compuesta por:
  • Estado Mayor Divisionario.
  • Un abteilung de reconocimiento con dos compañías blindadas, una motorizada y otra de armas pesadas.
  • Tres abteilungen de cazacarros, cada uno con tres compañías de 9 a 12 piezas contracarro de entre 37 y 50mm.
  • Dos batallones de ametralladoras, con armas contracarro y una compañía de ingenieros cada uno, todos sobre semiorugas.
  • Un abteilung mixto antiaéreo con piezas de 37 y 88mm.
  • Quince columnas de abastecimiento.
  • Servicios.
Dicho esto, también es importante hacer una breve referencia al que iba a ser otro de los elementos básicos de la intervención alemana en Libia: la Luftwaffe. El X. Fliegerkorps llegó a los aeródromos de Sicilia el 10 de enero, y sus efectos se hicieron sentir de inmediato pues el día 11 los aviones alemanes hundieron el crucero Southampton y dañaron el portaaviones Illustrious. Los británicos reaccionaron con viveza. Entre el 15 y el 18 de enero bombarderos Wellington procedentes de Malta atacaron los aeródromos sicilianos en lo que fue una acción que, sin embargo, no neutralizó por completo a los alemanes, que se recuperaron con rapidez y empezaron a extender su radio de alcance, enviando incluso varias misiones para tratar de minar el Canal de Suez. Las de los días 17 y 18 fracasaron, pero no la del 30.
Un Bombardero Wellington con Base en MaltaUn Bombardero Wellington con Base en Malta
Mientras tanto, en tierra, la situación italiana siguió deteriorándose. El 22 de enero, primer día del viaje del Generalmajor Von Funck, cayó Tobruk, y el 30, último día, Derna. A consecuencia de estos acontecimientos se decidió empezar enseguida el traslado de la división Ariete, cuyos primeros elementos partieron el día 24; y fijar la fecha de partida de los primeros contingentes alemanes entre el 15 y el 20 de febrero.


¿Dónde establecer la línea defensiva?

Una vez resuelta la cuestión fundamental y tomada la decisión de enviar tropas alemanas a Libia para apoyar a los tambaleantes italianos, el asunto que pasó a primer plano fue decidir dónde se establecería la línea de resistencia frente a los británicos.

La cuestión ya se había planteado anteriormente. Recordará el lector como Jodl había insistido en la importancia de conservar Bardía el mayor tiempo posible. La pérdida de esta localidad obligó a los alemanes a retrasar la posición de la que debía ser la línea defensiva definitiva, y el cerco de Tobruk les hizo comprender que tampoco allí se podría resistir, de modo que el 20 de enero Hitler insistió en que debía establecerse entre Derna y Mechili. Sin embargo, Derna fue a su vez ocupada por los británicos el 30 de enero, fecha en la que el ejército italiano se hallaba ya en plena descomposición.

En estas condiciones, no es de extrañar que tanto el Comando Supremo italiano, en Roma, como el Maresciallo Graziani en África, acabaran concentrando toda su ambición en sostener Trípoli. Fue Funck quien informó de ello a Hitler cuando volvió de su viaje de inspección, haciendo una descripción tan pesimista de la situación en Libia que el 2 de febrero fue sustituido por el Generalleutnant Streich. Malhumorado por estas afirmaciones, una duda se hizo sitio en la mente del Führer. ¿Merecía la pena dedicar esfuerzo alguno a África? La respuesta que dieron los alemanes a la pregunta fue que no podían permitirse abandonar a Italia en este trance; no solo porque hacerlo así complicaría la situación en los Balcanes y permitiría que los británicos conservaran una base importante en su flanco sur, sino también porque la beligerancia de Italia dejaba menos sola, en lo que al concierto de las naciones se refiere, a Alemania.
El Generalleutnant Johannes Streich, Primer Jefe de la 5 Leichte Div.El Generalleutnant Johannes Streich, Primer Jefe de la 5 Leichte Div.
Para solucionar las dudas, el 2 de febrero Von Rintelen recibió el encargo de entregar al Comando Supremo italiano la carta, seca, que transcribimos a continuación:

“En nombre del Mando Supremo Alemán, ruego que tengan a bien responder lo antes posible a las preguntas siguientes:

1) ¿Qué directivas han sido enviadas al Maresciallo Graziani y de qué modo tiene la intención de ejecutarlas en las operaciones bélicas futuras?

2) ¿Durante cuánto tiempo cree el Maresciallo Graziani que podrá resistir, en Cirenaica, a las ofensivas inglesas?

3) ¿Cuándo podrá la aviación italiana desplegada en África Septentrional –que según las noticias que han llegado a Berlín no parece tener en este momento más de 80 – 100 aparatos disponibles- ser reforzada suficientemente?

4) ¿Se tiene la intención de retardar, empleando fuerzas navales de superficie, la ocupación de más bases navales por la flota inglesa?

5) ¿Serán suficientes las divisiones Ariete y Trento, junto con la división ligera alemana, para la defensa de tripolitania o harán falta ingentes fuerzas acorazadas para impedir que los ingleses penetren en la provincia?”
[citado en Mon I 413]

Para entender las respuestas que dieron los italianos es importante recordar que el ejército de Graziani todavía se hallaba en torno a Bengasi y que su camino de retirada hacia Tripolitania aún no había sido cortado por los británicos en Beda Fomm. Faltaban tres días para que esto sucediera y la situación diera un nuevo vuelco a peor.

Con respecto a la primera pregunta, lo cierto es que no parece que el Comando Supremo hubiera enviado directiva alguna a su Comandante en Jefe en el Norte de África, así que tuvo que limitarse a trasladar a los alemanes las afirmaciones emitidas por el propio Graziani desde Libia. Lo que el Maresciallo pretendía era desplegar sucesivas líneas defensivas, ancladas en la costa oeste de Cirenaica desde Bengasi hacia el sur, que fueran retrasando al enemigo para posteriormente pasar a la región de la Sirte (al oeste de El Agheila, en Tripolitania) donde los británicos se verían obligados a combatir con su ala izquierda abierta al desierto de modo que quedaría expuesta a las maniobras contraofensivas contra su flanco y su retaguardia efectuadas por las fuerzas móviles. También quería desplegar fuerzas de cobertura tanto en la frontera oeste de Libia (de nuevo el espectro de un posible ataque de la Francia de Vichy) como en el sur, donde los “franceses disidentes” estaban hostigando sus posiciones.
Botín obtenido por los franceses disidentes tras la captura de KufraBotín obtenido por los “franceses disidentes” tras la Captura de Kufra
Son afirmaciones interesantes pues indican que en contra de los planes expuestos por los generales que se hallaban en Italia, Graziani no pretendía posicionarse en una cabeza de puente en torno a Trípoli, sino combatir en la región de Sirte. Hay otros detalles llamativos en las afirmaciones del comandante en jefe italiano en África, como su intención de formar una línea defensiva sólida y de ejecutar una guerra de maniobra con una fuerza que había perdido la iniciativa hacía mucho tiempo; aunque por otro lado, tampoco debemos olvidar que estaban llegando divisiones de refresco que aún no habían sido desmoralizadas por la derrota. Sin embargo, lo más sorprendente del planteamiento de Graziani fue que, una vez en la región de Sirte, esperaba hacer a los ingleses algo muy parecido a lo que estos estaban a punto de hacerle en Beda Fomm; una derrota que pudo haber acabado con todo, de no ser porque después los británicos decidieron detenerse.

Con respecto a las demás preguntas, los italianos contestaron: que se excluía que fueran a aguantar mucho tiempo en Cirenaica, que tenían en Libia unos 90 bombarderos y 130 cazas y había cuarenta aviones de cada clase en proceso de ser enviados; y que la marina no tenía capacidad suficiente para oponerse a la Mediterranean Fleet.

Volvamos a detenernos ahora en la respuesta a la última pregunta, pues fue determinante. Guzzoni contestó que las fuerzas italo-germanas que iban camino de África podían formar “una masa de maniobra suficiente para afrontar al enemigo en caso de que este pretendiera avanzar hacia Trípoli tras haber superado 500km de desierto sírtico” [citado en Mon I 413]; una respuesta que, como apreciará el lector, no era ni sí ni no, ni victoria ni derrota, ni se solicitaban más fuerzas alemanas ni se desdeñaba la importancia de las que ya se había decidido enviar.

Estas respuestas provocaron una de las típicas diatribas de Hitler, pronunciada, según documentos presentados en Nuremberg y citados por Lutz Koch, en la conferencia del 3 de febrero. “La pérdida del Norte de África sería militarmente tolerable, pero produciría una fuerte reacción psicológica en Italia. Si Inglaterra lograse echarle ese dogal al cuello, estaría en condiciones de darle a escoger entre firmar la paz y conservar sus posesiones o ser bombardeada sin piedad. Todo esto resulta muy grave para nosotros. Los ingleses no tendrían ya necesidad de conservar en África un número importante de tropas. Por nuestra parte, solo poseemos en el Mediterráneo unas débiles bases sobre la costa meridional francesa. El enemigo dispondría pues, libremente, de una docena de divisiones que podrían ser peligrosamente utilizadas en Siria, por ejemplo. Hemos de realizar todos los esfuerzos posibles para que no llegue a crearse semejante situación. Italia tiene que ser socorrida. Hemos de procurar ayudarla eficazmente en África. Los italianos dicen que ya no les es posible defenderse más que en Trípoli. Esto es inadmisible. La Luftwaffe no puede operar allí y la posición no podría resistir largo tiempo. Hay que disponer de una zona de protección más extensa; y, por otra parte, las unidades que vamos a enviar allí necesitan espacio para poder operar debidamente. ¿Qué puede ocurrir? Las tropas terrestres llegarán muy tarde, quizás incluso demasiado tarde. Con todo, hemos de ir en socorro de Graziani, y para ello hemos de enviar a la Luftwaffe, si es posible escuadrillas de Stuka con bases de aterrizaje en Libia. Si de esta manera se consigue detener el avance inglés, las actuales fuerzas terrestres resultarán insuficientes y habrá que reforzarlas con unidades de mayor movilidad (una potente división acorazada). El enemigo tiene que haberse debilitado en hombres y material en el curso de su largo avance. Si las tropas alemanas, de refresco y bien equipadas, lo embisten, la situación puede dar una rápida vuelta de campana. Y ahora pregunto al general en jefe del ejército: ¿Podemos enviar allí una división acorazada?”. [Koh 28 - 31]. El texto, como habrá identificado el lector, contiene muchos de los elementos clave del tema que nos ocupa: la necesidad estratégica de sostener al aliado italiano para no dar libertad de actuación a los británicos; la necesidad operacional de combatir en un sector más amplio que un perímetro en torno a Trípoli; la necesidad táctica de hacer intervenir a la Luftwaffe para debilitar el esfuerzo inglés; y la idea, operacional, de aprovechar el agotamiento de la ofensiva británica para contraatacar. Acababa de nacer la operación Sonnenblume.
Blindado de reconocimiento SdKfz 222 como los que utilizó el Aufkl. Abt. 3Blindado de reconocimiento SdKfz 222 como los que utilizó el Aufkl. Abt. 3
En consecuencia, el 5 de febrero decidió hacer cambios sustantivos en la fuerza expedicionaria alemana para África ordenando que la división ligera fuera reforzada con un regimiento completo de carros de combate y que la 15. Panzerdivision fuera añadida al contingente. Unas medidas muy necesarias, porque al día siguiente cayó Bengasi y se consumó la derrota italiana en cirenaica, donde en total se habían perdido una decena de divisiones y alrededor de 400 aviones; quedando para la defensa de tripolitania seis divisiones mermadas, algo más de un centenar de aviones y la recién llegada división Ariete.


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JVB
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Re: De Berlín a El Agheila; El Proceso de Implicación Alemana en África.

Mensaje por JVB » 16 06 2014 22:27

Rommel contra Gariboldi


El 6 de febrero de 1941

Llegados a este punto, toca una vez más estrechar el marco de este artículo, pues aquel día entró en escena un personaje cuyo nombre quedaría ligado para siempre a la guerra en África: Erwin Rommel.

“El día 6 de febrero el Mariscal [Brauchitsch] me informó de mi nueva tarea.

En vista de la situación altamente crítica, creada por nuestros aliados italianos, dos divisiones alemanas, una ligera y otra blindada, serían enviadas a Libia para prestarles ayuda. Yo mandaría ese Afrika Korps alemán, y debía ponerme en camino hacia Libia sin perder un instante, con el fin de proceder a un reconocimiento del terreno”
. [Rom 102]

Aquella misma tarde Rommel se personó ante el propio Hitler, quien le dio un informe amplio y detallado de la situación y le hizo diversos comentarios. Seguramente se contaba entre ellos el acuerdo firmado aquel mismo día por Keitel y Guzzoni, y aceptado por Mussolini, que establecía algunas directivas fundamentales sobre la guerra en África. Estas eran:

- Que las tropas alemanas en Libia actuarían bajo el mando táctico del comandante superior local (italiano), pero en todo lo demás estarían bajo el mando del ejército alemán;

- Que salvo casos excepcionales, a juzgar por el comandante alemán, las unidades alemanas actuarían siempre juntas, o como mínimo por divisiones;

- Y que en caso de que el mando táctico italiano les asignara una misión que a juicio del comandante alemán pudiera acabar en un grave fracaso o en una minoración del prestigio de las tropas alemanas, este, informando al general alemán de enlace con el Comando Supremo en Roma, podía consultar su ejecución directamente con el Führer.

Estos acuerdos son de suma importancia porque empiezan a perfilar cual sería la actitud alemana en África. Otro documento, una nota del OKW fechada ese mismo día y referente a las líneas generales de las conversaciones concretas que debían celebrarse en Roma entre Rommel y el alto mando italiano, ayuda a esclarecer aún más esta actitud.
Trípoli, antes de la GuerraTrípoli, antes de la Guerra
“Tripolitania debe ser conservada; para impedir cualquier comunicación entre los ingleses y los franceses de África del Norte, y para fijar en dicho teatro de operaciones la máxima cantidad de fuerzas británicas.

Esta misión no puede ser cumplida limitándose a defender Trípoli y la tripolitania contra un ataque inglés, sino que también deben entrar en combate, lo más rápidamente posible, las fuerzas aéreas, con el fin de impedir que la flota británica aporte suministros a las fuerzas que ya se hallan en Libia. En caso contrario, Trípoli no tardará en compartir el destino de Bardía o de Tobruk.

Está fuera de cuestión emplear tropas alemanas en un combate tan desesperado, que consideramos perdido de antemano.

Las condiciones imprescindibles para defender tripolitania con eficacia son las siguientes:

- Hay que construir, empleando el grueso de las divisiones de infantería que se hallan actualmente en Trípoli, una línea defensiva entre el Golfo de la Gran Sirte y el Djebel de Sola.

- El ala izquierda del dispositivo debe apoyarse sobre la costa entre Sirte y Misurata, para defender así la porción más estrecha de frente.

- Tras el ala derecha debe concentrarse la totalidad de las unidades móviles alemanas e italianas, bajo el mando del comandante de las tropas alemanas, para atacar al enemigo en cuanto se despliegue sobre la carretera costera o en cuanto trate de rodear por el sur la línea defensiva en torno a Trípoli. El mando alemán excluye por completo la posibilidad de que el enemigo trate de atacar rodeando nuestras fuerzas por el sur del Djebel Sola con la totalidad de sus tropas.

- Con el fin de acoger en ella a todas las tropas que se están replegando desde Cirenaica, parece particularmente urgente que las fuerzas italianas que se hallan en Trípoli empiecen los trabajos de mejora de esta posición defensiva lo antes posible.

- Estas acciones terrestres deben ser apoyadas por acciones aéreas eficaces. El refuerzo de la fuerza aérea italiana se está llevando a cabo. Con el fin de reforzarlas aún más, unidades del 10. Fliegerkorps alemán (cazabombarderos y bombarderos en picado), y posteriormente unidades de cazas, serán trasladadas a tripolitania.

- También serán enviadas, con el fin de asegurar el reabastecimiento, unidades del grupo de transporte alemán “Foggia”.

- La misión de la Luftwaffe en tripolitania será la de atacar de modo constante las unidades terrestres móviles del enemigo, y posteriormente impedirle la construcción de nuevas posiciones defensivas o de bases de reabastecimiento terrestres o aéreas.

- Todas estas actuaciones deberán ir acompañadas de ataques de los cruceros, destructores y lanchas rápidas de la marina italiana contra las líneas de abastecimiento marítimo en África del Norte.

En caso de que el mando italiano no aceptara estas condiciones, el despliegue de unidades aéreas o terrestres en África del Norte carecería por completo de sentido".
[Citado en Arb 65 Nota 1]

La conclusión más importante que puede extraerse de la lectura de estos documento es que los alemanes habían decidido hacerse con el control de la situación, ya que las múltiples exigencias contenidas en ellos, que incluían incluso directrices sobre cómo debían comportarse las tropas terrestres, las unidades aéreas y las fuerzas navales italianas, eran prácticamente un ultimátum.

Otra consecuencia, también muy importante, que tuvieron estos documentos, fue que otorgaron a Rommel un poder que no encajaba con su supuesta posición de comandante subordinado al alto mando italiano en África. Si nos fijamos en el primero de ellos, los italianos aceptaban que el alemán pudiera decidir –por encima de sus superiores jerárquicos- sobre cuestiones de tanta importancia como el despliegue de sus fuerzas; y además le permitían apelar –“el derecho y el deber” dice el texto original- directamente a Berlín en casos en que pudiera darse “una minoración del prestigio de las tropas alemanas” [Mon 415], un concepto sumamente amplio que permitiría a Rommel oponerse a casi todo lo que quisiera.
El Generale Alfredo GuzzoniEl Generale Alfredo Guzzoni
El segundo de los documentos que hemos transcrito, por su parte, debió ser aún más doloroso para el orgullo italiano. Imaginamos la escena: Rommel, un general de división y el futuro jefe de las fuerzas alemanas en África, llega a Roma para entrevistarse con Mussolini, el Generale Guzzoni (Subsecretario de Estado para la Guerra y Subjefe del Estado Mayor General) y el Generale Roatta (Jefe del Estado Mayor General), con poder suficiente como para presentar un ultimátum sobre la gestión de la campaña. Y por si las dudas, lo acompañaba el Oberst Schmundt, principal ayudante de Hitler, con el fin de recalcar con claridad de donde manaba la autoridad del futuro jefe del Afrika Korps.


De Roma a Trípoli

Las entrevistas que acabamos de mencionar tuvieron lugar el 11 de febrero, y al día siguiente, ya desde África, Rommel comunicó a Berlín que las conversaciones con Gariboldi y Roatta habían sido satisfactorias. Podemos deducir de ello que los italianos, al menos de palabra, habían cedido a las demandas de sus aliados.

Pero las reuniones de Roma solo habían sido el punto de partida del viaje. Tras ellas el avión de Rommel despegó con destino a Sicilia, donde lo esperaba el General Geissler, jefe del X. Fliegerkorps, a quien Rommel solicitó que bombardeara Bengasi. Según Mario Montanari, una de las razones de las derrotas italianas hasta aquel momento había sido lo escasamente implicados que se habían sentido los altos mandos por la necesidad de gestionar la guerra lo mejor posible; y la respuesta de Geissler a lo que se le solicitaba es una buena prueba de ello: se le había prohibido bombardear Bengasi porque allí había residencias propiedad de importantes personalidades italianas y se temía que los bombardeos pudieran provocar daños en ellas. Lo que sucedió a continuación también es una prueba de quien iba a mandar en el Mediterráneo a partir de ese momento: Schmundt llamó a Alemania y obtuvo la autorización superior para que se ejecutaran los bombardeos, que comenzaron aquella misma noche.

No es intención de este artículo narrar las batallas aéreas que tuvieron lugar durante estas jornadas, así que baste decir que la primera consecuencia de esta decisión de Rommel fue que, agobiados por los ataques de la Luftwaffe, los británicos obtuvieron una razón más para detener su avance. Acababan de ceder la iniciativa.

Ahora el eje tenía que recuperarla.

Rommel llegó a Trípoli al día siguiente, 12 de febrero, acompañado –entre otros- por el Oberst Schmundt y por el Oberst von dem Borne, su Jefe de Estado Mayor; y de inmediato tuvo un primer encuentro con el Generale di Divisione Gariboldi, sustituto del recién cesado Maresciallo Graziani, quien, con las cortapisas que ya hemos comentado, iba a ser oficialmente su superior directo. Fue una reunión breve, en la que el alemán expresó su deseo de que la línea defensiva se adelantara hacia Sirte con el fin de dejar espacio suficiente para poder desplegar la Luftwaffe en África sin que sus aeródromos quedaran concentrados exclusivamente en torno a Trípoli, y el italiano lo animó a reconocer la situación por sí mismo. Esa era también la intención de Rommel, que partió de inmediato a explorar la región desde el aire a bordo de un bombardero de la Luftwaffe. A la vuelta de su viaje se encontró con que también Roatta había llegado a Libia, y los tres volvieron a reunirse. No debió surgir ninguno de los roces que serían típicos de la posterior relación entre Rommel y Gariboldi, pues la conclusión del alemán fue que: “nada se oponía a mi plan”. [Rom 105]
El Generale Italo GariboldiEl Generale Italo Gariboldi
Pero antes de centrarnos en estos dos personajes es interesante exponer lo que tanto Rommel como Roatta comunicaron a sus respectivos superiores sobre estas conversaciones de Trípoli. “Las primeras conversaciones con Gariboldi y Roatta han sido satisfactorias. Nuestras sugerencias han sido aceptadas y aplicadas. Las unidades avanzadas de combate están desplegadas en Sirte. He efectuado personalmente un reconocimiento aéreo del sector” [Mon II 14], comunicó el primero, “Se puede contar con la unidad alemana para una defensa adelantada, pero si se decide optar por una posición defensiva más a retaguardia habrá que preguntar de nuevo a Hitler” [Mon II 14], indicó el segundo. Nos hallamos, claramente, ante el engarce de la exigencia alemana de que se llevara a cabo una defensa adelantada que diera posibilidad de maniobra a las tropas motorizadas y tiempo de respuesta a las aéreas, y la decisión italiana de ceder en sus pretensiones de defender exclusivamente la cabeza de playa en torno a Trípoli. Ambos generales se sentían, sin duda, satisfechos.


Las primeras diferencias

Sin embargo el tercero en discordia… no del todo. Aquel mismo día 12 Gariboldi envió un mensaje al Comando Supremo en que identificaba algunas de sus carencias de cara establecer una línea avanzada en la Sirte: la división Ariete solo disponía de carros ligeros; las divisiones de infantería de su quinto ejército carecían de artillería, batallones de ametralladoras y compañías contracarro; solo tenía 200 camiones para sus unidades de transporte; y “el terreno donde se desea desplegar las fuerzas es llano, sin apoyos tácticos, y transitable en todas direcciones por los elementos mecanizados, de modo que la infantería, estática y sin armas de apoyo, se hallaba a merced del enemigo mecanizado” [Mon II 15].
MAPA 2. Posiciones avanzadas italianas según las órdenes de Gariboldi de mediados de marzoMAPA 2: Posiciones avanzadas italianas según las órdenes de Gariboldi de mediados de marzo
A pesar de estas reticencias el italiano decidió no obstante, con el fin de cumplir las órdenes de sus superiores y contentar al aliado, enviar al X Corpo d´Armata (divisiones Pavía, Bologna y Ariete) al sector Sirte – Buerat; colocar la división Brescia, sin artillería, en la línea Tarhuna – Cusabat para completar la defensa de Homs, y dejar tan solo unas pocas tropas de vigilancia en el perímetro fortificado de Trípoli. “Con estas disposiciones –aseguró- creo haber cumplido las órdenes recibidas. No se me esconde que con este despliegue es posible, si no facilísimo, que el enemigo avance con fuerza y rodee nuestro flanco para penetrar hasta Trípoli”. “Espero que sea una situación transitoria y que con la llegada de medios mejorarán progresivamente las condiciones y se podrá poco a poco dar consistencia y organización suficiente a las tropas como para modificar la situación y darle la vuelta, lo que seguramente no dejaré de aprovechar” [Mon II 15].
Carros de combate italianos en LibiaCarros de combate italianos en Libia
Las conclusiones que podemos sacar de estos mensajes es que el general italiano estaba siendo prudente, y que tal vez no fuera el cobarde recalcitrante que algunas crónicas han insistido en describir, pues tanto era consciente de la debilidad de las fuerzas desplegadas por su país como estaba dispuesto a explotar una eventual situación favorable.

Dos días después, el 14 de febrero, desembarcaron en África las primeras unidades alemanas: el Panzerjäger-Abteilung 39 y el Aufklärungs-Abteilung 3, que de inmediato fueron enviadas a Misurata, donde se les unió para seguir avanzando hacia Sirte la Columna Santamaría. A partir de entonces Rommel se puso a empujar a sus unidades hacia el frente cada vez con más avidez, lo que le valió una nueva trifulca con Gariboldi el día 16 de febrero. Volvamos nuevamente a los escritos de Rommel: La Guerra sin Odio, donde relata estos hechos: “Al volver a mi cuartel general me encontré en él al General Gariboldi, el comandante en jefe. El desarrollo de las operaciones no le satisfacía en absoluto y me hizo violentos reproches. Insistió particularmente en el hecho de que estas operaciones eran contrarias a las instrucciones de Roma y en que el suministro de las tropas germano-italianas no estaba lo suficientemente garantizado como para permitir una operación de tanta amplitud. Él miso se negó a hacerse responsable de ello, y exigió la interrupción de mi ofensiva, indicando que todo movimiento futuro estaría supeditado a su aprobación previa. Ahora bien, como estaba decidido a obtener la mayor libertad estratégica y táctica posible y estaba convencido de que no debía dejar pasar la favorable ocasión que se me presentaba, tuvimos una discusión muy viva durante la cual expuse mi punto de vista con total franqueza. Gariboldi quería obtener el acuerdo del Comando Supremo; por mi parte, sabiendo que hasta que llegara pasarían varios días, me negaba, declarando que seguiría haciendo lo que me pareciera necesario en función de la situación. El tono se estaba calentando cuando, repentinamente, deus ex machina, llegó a mi cuartel general un mensaje de radio. El Alto Mando de la Wehrmacht me daba plena y entera libertad de maniobra. La movida conversación que había tenido con Gariboldi tuvo así la conclusión deseada” [Cita de La Guerra Sin Odio, Arb 55]

¿Cuál de los dos tenía razón? Probablemente ambos. Desde el punto de vista de Gariboldi Rommel estaba, al menos desde el punto de vista táctico, bajo sus órdenes, lo que incluía los avances de las diversas unidades alemanas e italianas hacia donde se hallaba el enemigo; y si bien los acuerdos entre las partes mencionaban una defensa avanzada de Trípoli, no hacían referencia alguna a una ofensiva temprana pues esta había sido descartada hasta después de la canícula estival tanto por Roma como por Berlín.

Por otro lado, Rommel no hacía más que acudir a las más rancias tradiciones militares del ejército alemán: independencia del comandante subordinado, agresividad y contacto con el enemigo; a la que había que sumar una nueva propia de la evolución que hemos ido narrando: quienes mandaban, en realidad, eran los alemanes. En estas condiciones no puede sorprender que Rommel se insubordinara ante su jefe italiano, pues sus propios jefes alemanes no solo le habían dado un poder de negociación muy por encima de su posición, sino que además enviaban oportunísimos mensajes de radio que le daban la razón.

“Todo marcha espléndidamente para mí y los míos bajo este espléndido sol. Mis relaciones con el mando italiano son muy buenas. No podía esperar mejor cooperación” [Rom 107] escribió, no sin cierta desfachatez, en su diario aquel mismo día. Tal vez se refería a los mandos italianos que le estaban subordinados.

“Los muchachos se encuentran ya en el frente, situado a 500 Km más al este. Por lo que a mí respecta (los ingleses) pueden venir cuando quieran” [Rom 107], añadió.


El despliegue de las tropas

El mismo 17 de febrero en que tenía lugar la discusión que hemos mencionado antes partieron en busca de los británicos los elementos de reconocimiento alemanes y las tropas de la Columna Santamaría. Sin éxito. Mientras tanto, las divisiones Pavía y Bologna habían ocupado sus posiciones a la altura de Sirte con la división Ariete, en retaguardia, repartida sobre la vía Balbia entre Tamet-Hassan y el-Gheddahia; los restos de la división Sabratha estaban en Homs y las divisiones Savona y Brescia seguían cerca de Trípoli. Para el día 20 las fuerzas italianas en África sumaban 123.000 suboficiales y clases de tropa y 5.900 oficiales, con víveres para dos meses, y tenían 5.000 vehículos de los que solo 1.300 eran verdaderamente eficaces, 209 carros blindados y carburante para 4 meses.
MAPA 3. Las posiciones italianas pasado mediados de febreroMAPA 3: Las posiciones italianas pasado mediados de febrero
En lo que a los alemanes se refiere, el Deutsches Afrika Korps había sido activado el día 19, y el 20 llegaron a Nofilia la unidad de reconocimiento del Oberst Wechmar y la columna Santamaría.
El Oberst Wechmar, Jefe del Aufkl Abt 3El Oberst Wechmar, Jefe del Aufkl Abt 3
“Todas las tropas aquí arriba están en las mejores condiciones morales y físicas –informó Roatta-. No tengo dudas en decir que en las primeras líneas y en los más pequeños destacamentos aislados se constata más serenidad y confianza que en la lejana retaguardia romana” [Mon II 19].


Primer contacto

Tras no haber hallado tropas británicas en Nofilia el día 20, y haberse retirado temporalmente, Rommel ordenó un nuevo reconocimiento para el día 24, en el que debían participar el Aufklärungs Abteilung 3, el Panzerjäger Abteilung 39 y la Columna Santamaría (Llegados a este punto, vamos a dar una breve descripción de la misma: comandada por el Maggiore Santamaría, estaba compuesta por un pelotón de ametralladoras, uno de fusileros, una sección de piezas de 20mm, un pelotón de carros ligeros y un batería de cuatro cañones de 77/28 sobre camiones; en total un centenar de hombres). Esta acción dio lugar al primer combate de la contienda, en el que los británicos perdieron algunos vehículos y tres prisioneros, sin pérdidas para el eje.
Bersaglieri italianos, infantería de élite, en esta ocasión equipada con motocicletasBersaglieri italianos, infantería de élite, en esta ocasión equipada con motocicletas
“El 24 de febrero tuvo lugar el primer choque entre tropas alemanas e inglesas en África –obvia por completo a los italianos-. Dos vehículos de exploración enemigos, un camión y un automóvil quedaron destruidos, capturándose a dos soldados y un oficial, sin que por nuestra partes sufriéramos ninguna baja” [Rom 107].
MAPA 4. Misiones de exploración Germano-ItalianasMAPA 4: Misiones de exploración Germano-Italianas
Envalentonado por este resultado, Rommel ordenó nuevos avances el día 26, jornada en que las tropas sitas en Nofilia lanzaron un reconocimiento hasta Mugtaa, a 25 km al oeste de El Agheila. Según algunos autores fue durante estos días cuando descubrió que sus enemigos estaban dispersos y en consecuencia eran vulnerables, y empezó a pensar en una ofensiva a gran escala. Sin embargo no debemos olvidar que su división alemana aún no estaba en tierra, con lo cual estas acciones no solo eran muy arriesgadas, sino que violaban incluso las condiciones que habían impuesto a los italianos de no hacer combatir a las fuerzas alemanas hasta haber reunido las divisiones. Rommel se estaba entusiasmando: “Las próximas dos semanas son decisivas –escribió a su mujer-, ahora el enemigo sabe que estamos aquí y ha comenzado a reforzar sus propios posiciones” [Cit en Mon 24].


¿Y el enemigo?

El presente artículo pretende narrar la evolución de los acontecimientos que llevaron al desencadenamiento de la primera ofensiva italo-alemana en el Norte de África, por lo que apenas nos hemos fijado en los planes y decisiones tomadas por los británicos durante este mismo periodo, igualmente interesantes y que sin duda deberán ser, posteriormente, los protagonistas de su propio artículo. Sin embargo, llegados a este punto, es necesario explicar que sabían los mandos del eje de sus enemigos.

A mediados de febrero el Servicio de Información Militar italiano (SIM) decía haber identificado en Cirenaica dos divisiones acorazadas: la 7ª y la 4ª, un cuerpo de ejército australiano de dos o tres divisiones y una brigada de tropas francesas; y en la frontera libio-egipcia (en torno a Tobruk), la 6ª división británica, una división neocelandesa, una polaca y una india.

A lo largo del mes de marzo, cuyo devenir vamos a estudiar en breve, las fuerzas británicas en Cirenaica habían pasado a ser –siempre desde el punto de vista del SIM- las dos divisiones acorazadas antedichas y una brigada francesa en la región de Agedabia, tres divisiones australiano-neocelandesas en torno a Bengasi, dos divisiones de infantería británicas en Derna, dos indias en torno a Tobruk y tres divisiones más: la 6ª Británica, una neocelandesa y una india, ya en Egipto.
MAPA 5. Posiciones británicas a finales de marzo, según la información suministrada por el SIMMAPA 5: Posiciones británicas a finales de marzo, según la información suministrada por el SIM
¿Cuál era la realidad? La auténtica situación de las fuerzas británicas en Cirenaica era mucho más triste que lo que pensaban los italianos. En torno a Agedabia solo había una división blindada, la 2ª, equipada en parte con carros M13 italianos capturados; en torno a Bengasi había elementos de la 9ª División Australiana, una de cuyas brigadas guarnecía Tobruk; la brigada francesa no era más que un batallón; y para terminar las divisiones indias se limitaban a una brigada, recién llegada, con poca capacidad de combate. Más allá, en Egipto, había otras dos divisiones: la neocelandesa, que estaba a punto de partir a Grecia, y la 6ª de infantería, destinada al próximo oriente; más una brigada polaca.
Un carro de combate M13 italiano, capturado por los australianos y puesto en servicioUn carro de combate M13 italiano, capturado por los australianos y puesto en servicio
¿Cómo fue posible que se equivocaran hasta este punto? Hay varios factores a tener en cuenta. Uno de ellos fue la costumbre británica de desmantelar y volver a montar divisiones intercambiando brigadas entre ellas. Otro, que no debe ser desdeñado, fue que el SIM dispuso de medios muy escasos para elaborar sus conclusiones, nada parecido, en todo caso, a ULTRA o a las avanzadas unidades de intercepción de los alemanes. Finalmente, por terminar con rapidez este breve esbozo, también hay que decir que los italianos acababan de ser barridos por fuerzas muy inferiores, algo que siempre es difícil de asumir, y no tenían motivo alguno para pensar que la presencia británica en Libia no era tan superior como decían sus servicios de información. Dicho esto, también es importante subrayar que aquel fracaso fue relativo, pues una vez que entró en contacto con los británicos Rommel dejó de creer en la superioridad de sus enemigos. “Me ha sido concedido el poder de percibir cual es el punto débil del enemigo” [Fra 262], indica David Fraser, uno de los biógrafos del futuro mariscal, que dijo al Leutnant Behredt, quien trabajaba en su servicio de información. Solo Gariboldi mantuvo su creencia en la información suministrada SIM, y en consecuencia tampoco podemos condenarlo por llevarse las manos a la cabeza preguntándose qué estaba haciendo aquel loco general alemán.


Un nuevo salto adelante

Tras haber reconocido la región casi hasta el Agheila Rommel decidió dar un paso más y hacerse definitivamente con la localidad de Mugtaa que, situada entre el mar y la Sebcha (un pantano salado) Es-Sebira, se hallaba posicionada en un paso estrecho y fácil de defender. El 4 de marzo el Generalleutnant Streich, todavía con la Columna Santamaría bajo su mando, dio el salto, pero como esta vez habían ido hasta allí para quedarse, nada más llegar se pusieron a minar la carretera y los pasos que cruzaban el pantano salado. En aquel momento las avanzadillas alemanas se hallaban ya a 800km de Trípoli, donde seguían desembarcando elementos de la 5 Leichte Division, y los británicos no solo seguían sin ofrecer resistencia sino que, según todos los informes, se estaban retirando hacia Agedabia.

En consecuencia Rommel decidió dar otra vuelta de tuerca y propuso la toma de El Agheila (en la costa) y de Marada (un oasis sito más al sur, en el interior del desierto) como puntos de partida de una ofensiva posterior; una idea que no fue del gusto de su superior el Generale Gariboldi.
Tropas saharianas italianasTropas saharianas italianas
El italiano tenía varias razones a su favor. Para empezar, si bien la ocupación de ambos sitios era una condición “sine qua non” para desencadenar una ofensiva contra Cirenaica, se consideraba que entretanto las tropas situadas en dichas ubicaciones iban a ser especialmente vulnerables a las “dos” divisiones acorazadas británicas presentes en la región de Agedabia, con el consiguiente riesgo, con lo cual no era recomendable ocupar estas localidades si no se iba a seguir adelante con la ofensiva de modo inmediato.

En segundo lugar, debe tenerse en cuenta que las fuerzas italoalemanas en África estaban siendo considerablemente reforzadas. El plan definitivo del Comando Supremo sobre esta cuestión, comunicado el 5 de febrero, incluía: completar las divisiones Pavía, Bologna, Brescia y Savona; reconstruir la división Sabratha; potenciar la división Ariete con más carros M13; enviar la división Trento y otras dos divisiones y unidades de apoyo; reforzar las unidades de servicios de los cuerpos de ejército y de ejército e incrementar la defensa antiaérea de Trípoli. Los alemanes, por su parte, casi habían terminado el traslado de la 5. Leichte Division, (los carros de combate llegarían el 11), y aún tenían pendiente el envío de la 15. Panzerdivision.

Finalmente, dado que se había acordado no tomar iniciativa alguna en África hasta haber concentrado todas las fuerzas asignadas a la región, la postura de Gariboldi pasa a ser totalmente comprensible: esperar la llegada de los refuerzos antes de ocupar prematuramente unas posiciones consideradas vulnerables mientras dichos refuerzos no hubieran llegado; y dado que no estaba previsto atacar Cirenaica hasta septiembre, no había motivo alguno para adelantar acontecimientos.

Sin embargo, Rommel no estaba dispuesto a aceptar una situación estática, y el 7 de marzo volvió a insistir en la necesidad de ocupar Marada para proteger el flanco sito en el desierto profundo del despliegue italoalemán. En esta ocasión, en vez de negarse a dejarle avanzar como sucediera el mes anterior, Gariboldi decidió tratar de razonar con su subordinado, explicándole que la toma de Marada debía (tal y como ya había anticipado el propio Rommel) asociarse a la toma de El Agheila, y para hacer esto era mejor esperar quince días para tener tiempo de concentrar tropas suficientes. Teniendo en cuenta que como ya hemos dicho la 5. Leichte Division estaba a punto de terminar su traslado, y que Gariboldi acaba de poner la división Ariete bajo su mando, no parecía haber razón alguna para que Rommel no se concediera estos quince días.

Pero Erwin Rommel no era, en este aspecto, un hombre paciente. El 9 de marzo, con sus dos divisiones ya mucho más cerca una de otra, reunió al Generale di Divisione Baldassare y al Generalleutnant Streich para darles instrucciones:

- la 5. Leichte Division recibió tres misiones: reconocer el campo de batalla sobre el eje El Agheila – Maaten Giofer consiguiendo que las unidades de exploración terrestre del eje fueran superiores a las británicas para poder cegar al enemigo; también tenía que ocupar Marada y tener constantemente asegurada mediante patrullas la pista que iba desde Maaten hasta el oasis; y finalmente, se le ordenó asegurar la defensa de Mugtaa con una fuerte reserva capaz de intervenir en caso de ataque británico.

- La División Ariete, por su parte, debía posicionar el grueso de sus fuerzas al noroeste del Arco dei Fileni lista para intervenir hacia el sureste; y a la vez controlar el desierto al sur de su posición lanzando patrullas constantes en los ejes Bir Scemmer – Oglet y Donram – Bir el Mucinia.
MAPA 6. Orientación de las patrullas según las órdenes de RommelMAPA 6: Orientación de las patrullas según las órdenes de Rommel
Aunque sin duda estas fueron órdenes orientadas hacia la ofensiva tampoco hay que deducir de ellas que fueran el mero capricho de un hombre dispuesto a saltarse toda la estructura de mando con tal de hacer su voluntad. Rommel llevaba varios días proponiendo adelantar al mes de mayo la ejecución de una ofensiva limitada contra los británicos, un plan que sus superiores no parecían desdeñar siempre y cuando las condiciones de temperatura y fuerza lo permitieran; y es dentro de este marco donde deben analizarse tanto los razonamientos de Gariboldi pidiendo una espera de quince días como las iniciativas de Rommel que acabamos de mencionar.

Pasemos ahora a analizar, precisamente, estas propuestas de Rommel.


El primer plan para una ofensiva en mayo

Rommel llevaba rumiando la posibilidad de desencadenar una ofensiva contra los británicos antes de lo previsto desde que estos se habían retirado hacia Agedabia cuando lanzó sus primeras descubiertas hacia ellos; aunque dado su carácter audaz y la tendencia a la agresividad propia del generalato alemán, tal vez lo hubiera pensado incluso antes, pero no lo concretó de manera firme hasta las primeras semanas de marzo. Su propuesta era llegar hasta Agedabia (un cruce de pistas muy importante) antes de la temporada estival, momento en que se pensaba que las tropas se verían obligadas a detenerse a causa del calor.

Primero envió su idea a Berlín, y mientras esperaba la aprobación de sus superiores empezó a movilizar a la Ariete y a la división ligera para que estuvieran listas en caso de recibir el visto bueno. La respuesta alemana, positiva, llegó a Roma el día 12 de marzo junto con propuestas para acelerar el despliegue de la 15. Panzerdivision incluso a costa de las tropas italianas que estaban en trayecto (el OKW llegó a decir que podría ser posible tenerla en África antes del 20 de abril); y el Comando Supremo aceptó el plan el 15 pero a condición de que ya hubiera llegado a Libia la división Trento y que la ofensiva se limitara a la conquista de Agedabia. Todo parecía ir conforme a los planes de Rommel, quien entretanto había trasladado su cuartel general desde Trípoli a Sirte para estar más cerca del frente.
Tropas alemanas en AgedabiaTropas alemanas en Agedabia
Sin embargo la evaluación de las dos unidades bajo su mando incluida en su planificación estaba a punto de ser el motivo de un nuevo desencuentro. Como es de esperar, dicha evaluación había llegado a la conclusión de que la división alemana iba a corresponder sin problemas a las exigencias del momento, pero no había sido tan benevolente con la división italiana Ariete. Rommel informó a Gariboldi que, además del tipo de carro, que era imperfecto, la división tenía carencias orgánicas considerables en su capacidad de reconocimiento aéreo y terrestre, en su defensa contracarro y antiaérea y en los servicios de comunicaciones e ingenieros; y que para dar un rendimiento correcto necesitaba ser reforzada, en las cuatro semanas siguientes, hasta el nivel de una división panzer. Para ello recomendó que se le añadiera un grupo de artillería media (150mm), una unidad de reconocimiento blindado y una escuadrilla de observación aérea, y que se ampliara el regimiento de Bersaglieri a nivel de una brigada y las unidades de ingenieros y transmisiones hasta el tamaño de un batallón.

Transcribimos ahora la respuesta, seca, de Gariboldi.

“La división acorazada Ariete está compuesta según la organización establecida por el Estado Mayor del Ejército, reforzada con medios anticarro y ametralladoras antiaéreas.

Además del VII Batallón de Carros de Combate M13 ya disponible, la división recibirá, en algunas semanas, otro batallón de carros M13, que se halla en avanzado estado de constitución en Italia y cuyos blindados irán armados con fusiles anticarro.

No estoy en condiciones de asignarle artillería media lo suficientemente móvil como para desplazarse al ritmo de la división, y aún menos coches blindados. Si es posible hacerlo más adelante, lo haré.

Por ahora este mando deberá adecuar las misiones de la división a sus capacidades. En este sentido, no considero conveniente aumentar las tropas motorizadas (Bersaglieri), para no cambiar la fisionomía de la división y no hacerla más pesada.

Con respecto a la aviación de reconocimiento y el servicio de mensajería, ya está al corriente de mis disposiciones. En caso de operaciones ofensivas la aviación de reconocimiento será adecuadamente aumentada.

Finalmente, los servicios son los adecuados a la fuerza de la división y a la necesidad de que mantenga la autonomía adecuada. Solo si resulta necesario aumentar esta autonomía se podrán proveer columnas de aprovisionamiento y medios de transporte”
. [Citada en Mon II 29].
Una columna blindada de la Div. Ariete recorriendo el desiertoUna columna blindada de la Div. Ariete recorriendo el desierto
Aunque actualmente y con retrospectiva es necesario dar la razón a Rommel, sin duda que a Gariboldi debió de parecerle excesivo que aquel díscolo subordinado se permitiera no solo tirar constantemente de la cadena, sino también criticar las unidades italianas que habían sido puestas bajo su mando. El segundo plan para una ofensiva en mayo.

Ya hemos comentado como el 15 de marzo el Comando Supremo italiano había considerado aprobar el plan de ofensiva de Rommel, pero apenas se había secado la tinta de dicha aprobación cuando el alemán decidió promover una segunda propuesta de ofensiva. El día 17 comunicó a Berlín, con gran detalle, como esperaba destruir primero las avanzadillas británicas en torno a Agedabia y avanzar después por el sur de Tobruk para rodear las fuerzas enemigas en Cirenaica.

En aquel momento Berlín estaba volcado en los preparativos para Barbarroja y nadie había pensado en tomar la ofensiva en el Norte de África, Rommel no había sido enviado allí para eso, de hecho, sino para proteger la última colonia italiana; y la conferencia sobre la situación del 18 de marzo pospuso cualquier actuación en el Mediterráneo a un momento posterior al final de la campaña en el este. Mientras, en Roma, revisando la situación en Libia con los tres Jefes de Estado Mayor, el Generale Guzzoni, tras haber alabado el temperamento dinámico y arrojado de Rommel y haber evaluado su interés por avanzar, volvió a afirmar que una ofensiva en mayo era planteable siempre y cuando hubiera tropas suficientes sobre el terreno: “El Estado Mayor del Ejército debe computar con exactitud las fuerzas que se prevé que estarán en el frente durante la primera mitad de mayo. Si para entonces los medios son suficientes, se podrá considerar la posibilidad de tenerlos listos para efectuar operaciones en el plazo de un mes. El calor restringirá necesariamente y obligará a una pausa hasta septiembre” [Mon 32]. El hecho de que a continuación Guzzoni considerara que había dos modos de acción posibles: uno arriesgado, avanzando por la costa hasta Tobruk, y otro menos, consistente en tomar la costa occidental del Djebel hasta Bengasi; no significa que apoyara el ataque, sino que prefería ser cauto. Lo cierto es que los italianos no podían permitirse más derrotas.

La respuesta había sido pues negativa, pero Rommel se guardaba un as en la manga: había sido convocado a Berlín para recibir de manos de Hitler las Hojas de Roble de la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro por su actuación en Francia, y esperaba, una vez allí en persona, poder impresionar a sus superiores, incluido el Führer, para obtener de ellos el respaldo que necesitaba.
Hitler y Rommel. Esta foto es posterior a los hechos aquí narradosHitler y Rommel. Esta foto es posterior a los hechos aquí narrados
Para ello había preparado una amplia exposición, que desarrolló ante el Estado Mayor General, cuyos puntos básicos vamos a resumir ahora.

En lo que a los británicos se refiere indicó que los estaban sobreestimando, que iban a pasar los próximos dos meses combatiendo en África Oriental y vigilando Siria, que consideraba imposible que lanzaran una ofensiva hacia Trípoli y que si aún seguían en Cirenaica era porque dicho territorio era una zona de seguridad para la defensa de Egipto.

Abundando en esta idea indicó que: “El objetivo de un ataque solo puede ser el corazón de Egipto… limitarse a la reconquista de Cirenaica solo es una mera ocupación de territorio…” [Mon 32]. Para lograrlo, explicó después, pretendía batir las unidades británicas una tras otra, en un plan que constaba de varias fases:

- Hacerse con la zona de seguridad británica entre El Agheila y Agedabia.

- Tratar de ocupar, a ser posible por sorpresa, las posiciones enemigas en Marsa el Brega y la sobre la pista de Es Seghira.

- En caso de que los británicos se hubieran replegado, seguir avanzando hasta Agedabia.

- Una vez en Agedabia, provocar la batalla que sirviera para aniquilar el cuerpo acorazado británico.

- Solo una vez conseguido el objetivo anterior se planteaba iniciar la segunda fase de su plan, atacar hacia Tobruk por el desierto.
MAPA 7. Las cuatro fases de la ofensiva según el plan de RommelMAPA 7: Las cuatro fases de la ofensiva según el plan de Rommel
Qué duda cabe que este plan partía de algunas premisas que también merece la pena recordar: en lo que a los británicos se refiere, que estos iban a actuar ofensivamente con sus blindados dando batalla en Agedabia; en lo que se refiere al suministro, que además de las unidades disponibles se le suministraría una amplia flotilla de cabotaje para que navegara desde Trípoli hasta Marsa el Hilal, Derna, Bomba, Ain el Gazala o Tobruk, puertos todos que pensaba conquistar durante su ofensiva; y en con respecto a los italianos, reclamaba “el empleo de la totalidad de las tropas que están en Libia y de las tropas italianas de refuerzo que vendrán de Italia debe estar garantizado. Debe asegurarse también del mando superior italiano, dentro del espíritu de la conducta de esta guerra, al menos la disponibilidad de las divisiones rápidas italianas… -y añadió- Con respecto a la dirección de todas las operaciones de ataque hacia el este, debe darse una amplia influencia al cuerpo alemán en África para garantizar la unidad de acción” [Mon 34]. En resumen, que no solo quería una ofensiva, sino que también quería ser él quien la dirigiera. Dadas las reticencias de los aliados italianos, no es una pretensión criticable.

Sin embargo y a pesar de su brillante exposición, la respuesta que recibió no fue la que esperaba: “El Jefe del Ejército (Brauchitsch) me informó de que no existía la intención de descargar un golpe decisivo en África, al menos por entonces, y de que, por el momento, no esperara refuerzos. Después de la llegada de la 15. Panzerdivision a finales de mayo debía atacar y destruir al enemigo en los alrededores de Agedabia. Quizá pudiera ser tomado Bengasi. Señalé que no debía ocuparse solamente la ciudad, sino también toda Cirenaica, ya que la zona de Bengasi no era capaz de sostenerse por sí sola. No me sentí satisfecho ante los esfuerzos del Generalfedlmarshall von Brauchitsch y del Generaloberst Halder para reducir el número de tropas mandadas a África y dejar a la ventura dicho teatro de la guerra” [Rom 110].

El día 23, de vuelta en Roma, Rommel se presentó ante Von Rintelen y Guzzoni para insistir en sus intenciones y recibir una respuesta igualmente negativa. Sin embargo los italianos fueron más suaves con él de lo que lo habían sido sus superiores alemanes, ya que reconocieron las bondades del plan en dos fases de Rommel y respaldaron algunas de sus afirmaciones, como que, en el desierto, el terreno no contaba. Sin embargo seguían creyendo que los británicos habían acumulado gran cantidad de fuerzas y que resistirían con tenacidad, con lo cual la ofensiva tendría que esperar hasta el otoño, cuando hubiera fuerzas suficientes para llevarla a cabo.
Blindados de la 5. Leichte Div. recorriendo la Vía BalbiaBlindados de la 5. Leichte Div. recorriendo la Vía Balbia
El Agheila

El problema de todas estas reuniones y puntos de vista es que es posible que la negativa que recibió Rommel no fuera totalmente directa y firme, y en todo caso él no estaba dispuesto a detenerse, prueba de ello es que ya antes de partir a Berlín había dado órdenes para que se ejecutara un ataque a El Agheila el día 24 de marzo. Mejor aún, nada más llegar a Trípoli informó a Gariboldi de que su plan ha sido aprobado, lo que no era falso del todo desde el momento en que si se había aprobado un ataque hacia Agedabia, quizás hasta Bengasi, a finales de mayo; pero tampoco era cierto.

La toma de El Agheila fue un pasero militar en el que la única baja fue un Panzer III destruido al pasar sobre una mina que había sido abandonada anteriormente por los italianos. El Aufklärungs-Abteilung y el grupo táctico italiano que lo acompañaba se hicieron con la localidad, los pozos y el aeródromo cercanos, y los británicos, que habían estado instalados en el antiguo fortín turco, abandonaron el lugar esquivando el ataque y se retiraron hacia Marsa el Brega. Sin embargo la auténtica victoria no fue la mera ocupación de la localidad, sino que Rommel llegó a la conclusión de que ya no podía detenerse pues si esperaba hasta finales de mayo se arriesgaba a encontrarse con una potente posición británica entre Marsa el Brega y el Uadi Faregh; de modo que empezó a preparar el ataque siguiente.

Contrariamente a lo que se ha dicho, Rommel nunca ocultó sus intenciones a Gariboldi, aunque si debemos reconocer que tampoco se las explicó con precisión. En una reunión entre ambos celebrada el 28 de marzo le propuso avanzar gradualmente hasta llevar sus tropas hasta Marsa el Brega y formar un frente continuo entre dicha localidad y el meridional oasis de Marada. Si tenemos en cuenta que el día anterior Gariboldi había recibido de Guzzoni una serie de directivas para ir reconvirtiendo, de cara al otoño, su despliegue de defensivo a ofensivo, hay que decir que lo que le estaba proponiendo Rommel no solo no era descabellado sino que coincidía con lo que tenía que hacer. En consecuencia, el día 29 un batallón reforzado de la división Bologna fue enviado a defender Marada, mientras que la división Brescia abandonó Mugtaa y fue a posicionarse en el frente a la derecha de la Sebcha Es-Seghira, controlando los accesos hacia el norte desde el Uadi Faregh. Mientras, Rommel desplegó al 5. Leichte Division detrás de la Brescia, y ordenó a la división Ariete que ocupara Mugtaa.


Rommel desencadenado

Ese mismo día 29 Gariboldi telegrafió al Comando Supremo: “Comunico con satisfacción la concordancia de este Estado Mayor General con la idea de no iniciar una ofensiva hasta que no esté a pie de obra todo lo necesario para ello” [Mon 41]. Ese mismo mensaje informaba de la que la posición defensiva El Agheila – Marada era más beneficiosa ya que permitía una mejor defensa de la carretera y de la vía de suministro hasta Marada. Finalmente, añadía que no siempre le era posible contener los impulsos de avance de Rommel. “Me ha propuesto tomar Marsa y he aceptado si la cosa se hace progresivamente” [Mon 41].

Dos días después se desencadenó el ataque alemán a Marsa el Brega, y luego los impulsos de Rommel lo llevaron, gradualmente a toda velocidad, hasta Tobruk y la frontera egipcia. Pero esa es otra historia.
Rommel en el desiertoRommel en el desierto

Conclusiones (para debatir)

Como se ha podido ver, desde junio hasta marzo el proceso que llevó a los alemanes a Libia se alargó durante nueve meses: primero debido a la guerra paralela que habían decidido seguir ambos socios del eje, luego a causa de las reticencias de unos y otros y, finalmente, cuando se impuso la necesidad, debido a los plazos necesarios para preparar una fuerza expedicionaria y a las largas conversaciones que hicieron falta para acordar el modo en que esta sería utilizada. Dicho esto. ¿Podía Hitler no haber intervenido en el Mediterráneo?

Si hubiera que dar una respuesta clara, esta seguramente sería no. Sin embargo hay muchas consideraciones que merecen ser tenidas en cuenta. Para empezar, la entrada de Italia en la guerra supuso, a toro pasado, un enorme inconveniente para los alemanes. Esto se debió no solo a que los italianos demostraron ser incapaces de enfrentarse a sus enemigos con éxito, sino también a que abrieron un enorme frente que defender: toda la costa norte mediterránea. Sin embargo, de haber tenido éxito los italianos el resultado de la guerra podría haber cambiado de un modo drástico: la pérdida de sus colonias en el Norte de África y de los recursos de Oriente Medio podría haber supuesto un durísimo golpe contra la moral y la economía de guerra de las islas; el cierre del Mediterráneo podría haber asegurado todo el flanco sur del eje, permitiéndole invertir mayores recursos en la aventura soviética; y la falta de un escenario como Torch podría haber provocado que la presión estadounidense ayudara a adelantar un año el desembarco de Normandía, multiplicando las posibilidades de que fracasara.

Pero todo esto estaba en el futuro y los protagonistas del momento no podían saberlo; así que debemos buscar otros motivos. Es posible que la razón práctica y aprehensible por la que los alemanes no podían haber dejado de intervenir en el Mediterráneo sea la que da Hitler en su discurso del 3 de febrero, citado más arriba: “La pérdida del Norte de África sería militarmente tolerable, pero produciría una fuerte reacción psicológica en Italia. Si Inglaterra lograse echarle ese dogal al cuello, estaría en condiciones de darle a escoger entre firmar la paz y conservar sus posesiones o ser bombardeada sin piedad. Todo esto resulta muy grave para nosotros. Los ingleses no tendrían ya necesidad de conservar en África un número importante de tropas” [Koch 28]; y además, cabe añadir, el eje perdería al único aliado europeo que tenía en ese momento. Dicho aliado, aunque no fuera una gran potencia militar, era, desde luego, mejor que nada.

Sin embargo, como hemos visto, el proceso no fue sencillo. Los alemanes no solo acabaron interviniendo en el Mediterráneo sino que, tanto por idiosincrasia como por eficacia, tuvieron también que hacerse con el control del teatro de operaciones. Es en este contexto donde la figura de Rommel adquiere una pertinencia especial, porque no solo fue el “alma mater” de la guerra terrestre en África por encima de sus superiores italianos; sino que probablemente también lo fue por encima de sus superiores alemanes. En todo caso, acabó descabalando por completo los planes de ambos.

¿Podríamos decir que Rommel se insubordinó al desencadenar su ataque hacia Tobruk antes de tiempo? Para dar la respuesta correcta a esta pregunta hay que acudir a lo que Robert M. Citino define como el modo alemán de hacer la guerra, fundamentado, entre otras cosas, en lo que ha sido denominado la independencia del comandante subordinado (también conocido a través de la palabra auftragstaktik). Lo que este modo de guerrear propugnaba era que el comandante a cargo de una misión pudiera elegir como llevarla a cabo por sí solo, sin la injerencia de sus superiores; y para evitar que aquello se convirtiera en un “sálvese quien pueda” con cada comandante haciendo las cosas a su manera, el ejército germano asentó una serie de principios de actuación básicos, como buscar siempre el flanco o la retaguardia del enemigo o actuar agresivamente, que permitirían a cada jefe militar suponer lo que estaban haciendo sus compañeros.

Rommel fue uno de los epítomes de este modo de hacer la guerra, y precisamente por eso es difícil considerar que se insubordinó. Rommel había recibido la misión básica de defender la colonia italiana en África Septentrional, y aunque en varias ocasiones se le había dicho que no atacara antes de tiempo o que no recibiría más refuerzos, acudiendo a la teoría de la independencia del comandante subordinado y al espíritu agresivo propio del modo alemán de hacer la guerra, decidió que la mejor forma de cumplir su misión era atacar. Desgraciadamente, otra de las características, en este caso negativa, de la forma germana de gestionar una contienda fue el énfasis en lo operacional; y también en este aspecto Rommel fue fruto del sistema que lo había creado: pues no se dio cuenta de que mientras la Royal Navy controlara el Mediterráneo, la guerra de África estaba estratégicamente perdida.
Javier Veramendi B.
Grupo de Estudios de Historia Militar.



BIBLIOGRAFÍA

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MAPAS

Todos los mapas son de elaboración propia sobre reproducciones de mapas de la época; salvo el 6, que pertenece a Mon II 53.
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cocinilla
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Re: De Berlín a El Agheila; El Proceso de Implicación Alemana en África.

Mensaje por cocinilla » 16 06 2014 23:21

Saludos

Magnifico Trabajo, tan completo como ameno, te felicito.

Un Saludo
Cocinilla


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Re: De Berlín a El Agheila; El Proceso de Implicación Alemana en África.

Mensaje por guti99 » 16 06 2014 23:46

Esplendido articulo camarada. Muy bien documentado y a la vez agradable de leer. Artículos como este justifican tu reciente ascenso en el foro por si alguien tenia alguna duda.
Soldier’s Medal (1) Purple Heart (1) Orden Trudovogo Krasnogo Znameni (1) Conspicuous Gallantry (1) Commendation Medal (1) Order Wojskowy Virtuti Militari (1) Eisernes Kreuz (1) Cruz al mérito militar con distintivo rojo (1)

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Mensaje por albertoa » 16 06 2014 23:48

Excelente ensayo. Me parece un aporte extraordinario para el foro. Un documento impresionantemente elaborado, permíteme decirlo, por un profesional del tema.

No cabe duda que más que favorecer, la intervención italiana supuso un gran dolor de cabeza a Alemania.

Saludos.
"Aunque el engaño sea detestable en otras actividades, su empleo en la guerra es laudable y glorioso, y el que vence a un enemigo por medio del engaño merece tantas alabanzas como el que lo logra por la fuerza."
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Re: De Berlín a El Agheila; El Proceso de Implicación Alemana en África

Mensaje por tigerwittmann » 17 06 2014 17:35

Saludos camaradas.

Mis felicitaciones camarada JVB, un gran trabajo.

Este post es sólo un apunte de lo que bien comentas en él; Italia fué más un estorbo para Alemania que un aliado. De ahí que Alemania se decidiera a hacer una guerra paralela en vez de colaborar más activamente con su aliado. Sin embargo en este teatro de operaciones Alemania debería de haber colaborado más activamente con la Regia Marina, que con sus modernos buques de línea podía haber causado verdaderos problemas a la Royal Navy (esto es opinar a grandes rasgos).
Mientras no se derrotara a la Royal Navy, la guerra en el Mediterráneo estaría perdida.

Por otra parte comentar que en mi opinión y creo que en la opinión de la mayoría; fué un gran error por parte de Alemania no haber ocupado Malta y Gibraltar, quizá colaborar más también con la Francia de Petáin le hubiera traido más ventajas a Alemania e Italia.

Saludos.
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Re: De Berlín a El Agheila; El Proceso de Implicación Alemana en África

Mensaje por Currahee » 17 06 2014 23:01

Aún no lo he leído pero vaya por delante mi felicitación, un ensayo más que un artículo, como dice el camarada Albertoa. Digno de todo un experto. Lo leeré con calma.

Saludos y gracias por el trabajo.
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Re: De Berlín a El Agheila; El Proceso de Implicación Alemana en África

Mensaje por abhang » 18 06 2014 11:40

Lo mismo que currahee, me parece excelente antes de leerlo, sólo por encima le he echado un vistazo, ya lo haré cuando tenga mas tiempo.

Saludos.
El sudor ahorra sangre, la sangre ahorra vidas, y el cerebro, las dos cosas. (Erwin Rommel)
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Re: De Berlín a El Agheila; El Proceso de Implicación Alemana en África

Mensaje por abhang » 04 07 2014 09:55

Leído.
Espectacular la narración, amena y fácilmente comprensible, muy enriquecedor.

Felicidades, camarada.
Saludos.
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Re: De Berlín a El Agheila; El Proceso de Implicación Alemana en África

Mensaje por JVB » 04 07 2014 21:19

Muchas gracias a todos.

La verdad es que me planteé este artículo, antes de los cambios en el equipo, con la intención de utilizarlo como carta de presentación y ampliar mi participación a algo más enjundioso que los juegos o los debates (con el debido respeto sobre todo para los debates).

Con respecto al tema, la "aparición" de Rommel en el escenario africano siempre me llamó la atención, y el libro de Arbaretier citado en la bibliografía, que leí hace un par de años, aumentó mi interés por la cuestión. El año pasado tuve la ocasión de hacerme con los dos primeros tomos de la campaña africana de Montanari (espero hacerme algún día con los que faltan), y aunque son en italiano y leerlos exige una intensa concentración y más tiempo de lo normal, me parece interesantísimo poder oír la voz de los a menudo denostados italianos en lo que a la campaña africana se refiere.

Finalmente, debo reconocer que el artículo no dio el resultado apetecido. Mi intención original fue darle cera a Rommel, prácticamente acusarlo de insubordinación al lanzarse al ataque; sin embargo según fui encontrando datos tuve que atemperar mucho mi punto de vista inicial, y en este sentido, si el artículo ha gustado, me considero doblemente afortunado, porque he tenido la ocasión de aprender unas cuantas cosas al redactarlo.

Un saludo a todos.
Permitido criticar, no se garantiza la atención

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Re: De Berlín a El Agheila; El Proceso de Implicación Alemana en África

Mensaje por Currahee » 19 07 2014 19:14

Leido. Me parece un articulo magnificamente redactado, que me ha aclarado muchas dudas sobre que demonios se les perdia a los alemanes en Africa. Yo creo que los italianos eran como el tipico chaval flacucho que se arrima al fuertote de la clase y acaba creyendo que es como el. Me gustaria oir los comentarios de los alemanes respecto a los italianos, en la intimidad. Las conclusiones finales son clave, la dilucion de fuerzas del eje en el frente africano, la Operacin Torch que resulto ser un retraso de Overlord hasta un momento en que la debilidad alemana era mayor, lo cual favorecio su exito, y la imposibilidad de triunfar en el frente colonial africano sin controlar el mediterraneo. Al final, aunque no al mismo tiempo, a los alemanes se les abrieron demasiados frentes.

Saludos.
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